Séptima unidad
¿Por qué leer la Biblia?

Sumario
ā
Podemos resumir lo que dice la Biblia sobre sí misma con seis palabras: escribir, leer, responder, celebrar, recordar y repetir.
ā
Después de que los israelitas derrotan a los amalecitas, Dios ordena a Moisés que escriba los acontecimientos como memorial de lo que ha hecho por ellos. Esta es la primera mención de la redacción de las Escrituras en la Biblia. Luego, antes de establecer la alianza con Dios en el monte Sinaí, Moisés escribe los 10 mandamientos y otras ordenanzas. Antes de ratificar la alianza, lee del Libro de la Alianza al pueblo reunido, y éste responde que obedecerá todo lo que ha oído. A continuación, celebran la alianza con una comida para expresar la nueva comunión de vida entre Dios e Israel. Esta ceremonia litúrgica expresa la realidad de lo que acaba de suceder.
ā
Dios ordena entonces a los israelitas que recuerden todo lo que ha hecho por ellos para que no pierdan su identidad como pueblo elegido. Para ello, deben reunirse cada siete años para escuchar la lectura de las Escrituras. La primera vez que lo hacen es cuando están a punto de entrar en la Tierra Prometida, después de haber pasado 40 años en el desierto. Josué reúne al pueblo y le lee las Escrituras.
ā
Desgraciadamente, no tenemos pruebas en la Biblia de que vuelvan a hacerlo hasta el rey Josías (640-609 a.C.). Pero el hecho de que el pueblo olvide continuamente su identidad y peque contra Dios sugiere que no lo hicieron. El rey Josías ordena una renovación del templo, y durante las obras es hallado el libro de la ley. Entonces, el rey ordena otra lectura pública de la ley y renueva la alianza. Desgraciadamente, su reforma religiosa es insuficiente y tardía y no puede evitar la destrucción de Jerusalén y el exilio babilónico. Pero 70 años más tarde, cuando el pueblo regresa del exilio, se realiza otra lectura pública. Esta vez, no solo se leen las Escrituras, sino que los levitas explican las lecturas al pueblo. Esta es la primera evidencia de la homilía en la Biblia.
ā
Cada vez que vamos a misa cumplimos con lo que Dios nos pide. Participamos en la lectura pública de las Escrituras, que suele ir acompañada de una homilía. Esto nos ayuda a recordar nuestra identidad recordando lo que Dios ha hecho por nosotros en el pasado. Luego, tras la Liturgia de la Palabra, respondemos a Dios celebrando y renovando nuestra relación de alianza con él en la Liturgia de la Eucaristía.
ā
ā
Introducción
ā
¿Por qué debemos leer la Biblia? Siempre que enseño sobre la Biblia, una de las preguntas más frecuentes que me plantean es por qué Dios hizo las cosas de esta manera. Nuestra experiencia común es que la Biblia es muy difícil de leer. ¿Cuántas personas consiguen leerla por completo, de principio a fin? No muchas. E incluso para aquellos que lo consiguen, me pregunto cuánto habrán realmente entendido.
San Pablo nos dice que:
ā
Toda Escritura es inspirada por Dios y además útil para enseñar, para argüir, para corregir, para educar en la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y esté preparado para toda obra buena. (2 Tim 3,16–17)
¿Cómo puede ser esto cierto si la Biblia es tan difícil de leer y entender? ¿No sería mejor si Dios nos hubiera dado un manual sencillo que dijera claramente lo que espera de nosotros? En lugar de eso, nos ha dado un libro de más de 1000 páginas que consiste principalmente en historias; historias que muchas veces son ajenas a nuestras vidas y que no parecen ser muy útiles para entablar una relación con él.
Por ejemplo, la versión original en hebreo del libro de Ester nos ofrece una emocionante historia sobre una mujer judía que se casa con el rey persa y luego utiliza su belleza para salvar a su pueblo del genocidio. Pero el libro no menciona ni una sola vez a Dios. En Números leemos sobre un burro que habla y se queja porque su amo, un profeta llamado Balaam, le está pegando. Y en Jueces 19 encontramos probablemente la historia más grotesca de toda la Biblia. Se trata de la concubina de un levita que es violada por una pandilla hasta que muere, y luego es descuartizada miembro por miembro en doce trozos, que son enviados por todo el territorio de Israel. Estos son solo tres de los cientos de relatos similares que se encuentran a lo largo de la Biblia. ¿En qué sentido son útiles para la enseñanza, como afirma san Pablo?
Otras partes de la Biblia consisten en poemas. De hecho, una cuarta parte de ella es poesía. El Cantar de los Cantares, por ejemplo, es una colección de canciones de amor. Aunque pueden ser obras maestras de la literatura, es difícil entender por qué están en la Biblia. Al igual que el libro de Ester, nunca mencionan a Dios, ni se ocupan de su ley o de su alianza con nosotros, ni contienen enseñanzas morales para guiarnos. ¿Cuándo fue la última vez que encontraste que este libro fuera provechoso para tu formación en la santidad?
El libro de las Lamentaciones es otro buen ejemplo. Consta de cinco lamentos sobre la destrucción de Jerusalén, pero no está claro cómo debemos aplicarlos en nuestras vidas. ¿Cómo nos equipan estos relatos para toda obra buena?
Según mi experiencia, la mayoría de las personas que toman la Biblia en busca de orientación terminan dejándola con más dudas de las que tenían al empezar. Por lo tanto, san Pablo debe estar equivocado, a menos que Dios realmente haya querido darnos la Biblia tal cual. En esta lección, trataremos de responder a estas preguntas examinando lo que la Biblia dice sobre sí misma y cómo los judíos trataban a sus escritos sagrados. Esto nos ayudará a comprender su lugar y su papel en la vida de la Iglesia y en nuestras vidas personales. Muchas de las ideas expresadas aquí han sido tomadas de una serie de podcasts sobre cómo leer la Biblia producida por Tim Mackie y Jon Collins del BibleProject.
ā
ā
¡Escriba!
Normalmente, la gente no piensa en cómo se escribió y elaboró la Biblia. A menudo lo dan por hecho, pensando que la Biblia siempre fue la Biblia. Sin embargo, si se trata de un libro humano, como ya hemos comentado en una lección anterior, entonces debe haber pasado por un proceso de edición, al igual que cualquier otro libro que se haya publicado.
Encontramos la primera mención de la redacción de la Biblia en el capítulo 17 del Éxodo. Pero antes de leerlo, consideremos su contexto. La primera parte del libro del Éxodo describe cómo Dios salvó a los israelitas de la esclavitud en Egipto. Llamó a Moisés y le ordenó que dijera al Faraón que dejara ir a su pueblo. Cuando el Faraón se negó, Dios intervino directamente. El texto presenta a Dios y al Faraón como rivales, compitiendo por los corazones de los israelitas.
Las diez plagas pueden entenderse como un enfrentamiento o choque entre ambos. Cada una de ellas fue un ataque estratégico contra los dioses egipcios que finalmente obligó al faraón a ceder y dejar que el pueblo saliera de Egipto. Sin embargo, después de que el pueblo se marchara, cambió de opinión y envió a su ejército para traerlos de vuelta.
La situación de los israelitas parecía desesperada, ya que no eran de la misma categoría que el ejército del Faraón, compuesto por seiscientos carros de guerra. Pero Dios intervino milagrosamente una vez más, destruyendo al ejército egipcio y dividiendo las aguas del Mar Rojo para que los israelitas pudieran escapar. Al otro lado, mientras viajaban por el desierto, fueron atacados por los amalecitas, que los consideraban un botín fácil. Pero Dios, una vez más, intervino en su favor. Leemos:
ā
Hizo Josué lo que le decía Moisés, y atacó a Amalec; entretanto, Moisés, Aarón y Jur subían a la cima del monte. Mientras Moisés tenía en alto las manos, vencía Israel; mientras las tenía bajadas, vencía Amalec. Y, como le pesaban los brazos, sus compañeros tomaron una piedra y se la pusieron debajo, para que se sentase; mientras, Aarón y Jur le sostenían los brazos, uno a cada lado. Así resistieron en alto sus brazos hasta la puesta del sol. Josué derrotó a Amalec y a su pueblo, a filo de espada. (Ex 17, 10-13)
Después de que los israelitas derrotaron a los amalecitas, Dios le dijo a Moisés:
ā
Escribe esto en un libro para recuerdo y trasmítele a Josué. (Ex 17, 14)
Esta es la primera mención de la redacción de las Escrituras en la Biblia. Obsérvese que Dios no le ordenó a Moisés que escribiera cosas útiles "para enseñar, para argüir, para corregir, para educar en la justicia" (2 Tim 3, 16-17). En cambio, le dijo que pusiera por escrito la historia de cómo Dios había salvado a los israelitas de la esclavitud en Egipto y seguía protegiéndolos mientras viajaban por el desierto.
No se nos dice cómo procedió Moisés con esta tarea. De hecho, la mayoría de los estudiosos modernos ni siquiera creen que haya escrito algo. Por el contrario, afirman que los libros bíblicos fueron redactados siglos después, basándose en tradiciones orales que se habían formado y transmitido de generación en generación. Esta discusión es demasiado técnica para este curso introductorio. Sea como fuese, podemos preguntarnos por qué Dios le ordenó a Moisés que lo hiciera. Su propósito no fue simplemente el de establecer un archivo histórico sobre los acontecimientos recientes. Por el contrario, el libro debía servir como un memorial, es decir, debía ser recitado a Josué para que pudiera recordar cómo Dios había intervenido repetidamente en favor de los israelitas. Este era su propósito.
A continuación, leemos que, tras su batalla con los amalecitas, Moisés y los israelitas se dirigieron al monte Sinaí. Allí, Dios les ofreció hacer una alianza con ellos, prometiendo, “si de veras me obedecéis y guardáis mi alianza, seréis mi propiedad personal entre todos los pueblos, porque mía es toda la tierra. Seréis para mí un reino de sacerdotes y una nación santa” (Ex 19, 5–6).
ā
El pueblo estuvo de acuerdo, así que Moisés subió la montaña y Dios le dio los Diez Mandamientos que todos conocemos, así como una breve colección de otras leyes. Éstas complementan a los Diez Mandamientos añadiendo algunas normas sociales y religiosas que ayudan a estructurar y gobernar la sociedad. Definen, por ejemplo, el trato con los esclavos, los casos de pena capital, la ley del talión ("ojo por ojo", "diente por diente"), la defensa de los débiles, etc. También definen las principales fiestas que deben celebrarse.
ā
En el capítulo 24 leemos que “Moisés bajó y contó al pueblo todas las palabras del Señor y todos sus decretos; y el pueblo contestó con voz unánime: «Cumpliremos todas las palabras que ha dicho el Señor»” (Ex 24, 3). Y luego, “Moisés escribió todas las palabras del Señor“ (Ex 24, 4). Esto se llama el Libro de la Alianza. Así pues, la primera versión de la Biblia, lo que podríamos llamar la Biblia 1.0, consistía en los relatos sobre la liberación de Israel y el Libro de la Alianza.
ā
ā
¡Lea!
Antes de ratificar el alianza, Moisés “tomó el documento de la alianza y se lo leyó en voz alta al pueblo” (Ex 24:7). Esto nos muestra que la Biblia debe ser leída en voz alta al pueblo de Dios cuando está reunido. El propósito de esto es de recordarles quiénes son. Los sociólogos llaman a este proceso la formación de la identidad. La Biblia se leía en voz alta al pueblo de Dios reunido para ayudarle a recordar su identidad particular porque eran un grupo minoritario que vivía entre otras naciones que tenían identidades diferentes y vivían según sus propias historias.
ā
Esto se aplica también a nosotros hoy en día. Cuando los cristianos nos reunimos, especialmente en la misa, y leemos las historias de la Biblia, esto nos recuerda lo que Dios ha hecho por nosotros. Esto nos ayuda a crecer en nuestra identidad como hijos de Dios y a vivir nuestra vocación en un mundo que tiene una identidad diferente y vive según otros valores.
ā
ā
¡Responda!
ā
Cuando seguimos leyendo la historia del Éxodo, descubrimos que después de esta primera lectura de la Biblia, allí en el Monte Sinaí, el pueblo dijo:
ā
“Haremos todo lo que ha dicho el Señor y le obedeceremos.” (Ex 24, 7)
ā
Es decir, el pueblo respondió a la palabra de Dios que acababa de escuchar. Del mismo modo, la lectura pública de las Escrituras también debería provocar una respuesta en nosotros. Hay muchas posibles respuestas. Una de ellas podría ser la de buscar aplicaciones prácticas. A menudo hacemos esto. Leemos la Biblia buscando cómo aplicar sus enseñanzas a nuestra vida. La lectura de la Biblia debe provocar una respuesta en nosotros, pero encontrar aplicaciones prácticas es solo un tipo entre muchas respuestas posibles. Y, en muchos casos, ni siquiera sería la mejor opción. Por ejemplo, sería difícil encontrar aplicaciones prácticas en los lamentos por la destrucción de Jerusalén, pero su lectura podría hacernos llorar. Esta sería una respuesta más adecuada.
ā
Al final, la Biblia a menudo no es lo que nos gustaría o esperamos que sea, y por eso su lectura puede ser tan desafiante. La gente tiende a pensar que Dios nos ha dado un manual lleno de indicaciones prácticas que podemos entender fácilmente y aplicar a nuestras vidas. Pero la Biblia no encaja en nuestras categorías. Recordemos lo que vimos en una lección anterior: solo el 24% de ella está escrita en el estilo de prosa-discurso similar al de los manuales. El resto está formado por historias y poemas.
La Real Academia Española en línea define la entrada “respuesta” como una “acción con que alguien corresponde a la de otra persona.” Le lectura de la Biblia debería producir una reacción en nosotros, pero ésta no debe ser necesariamente una aplicación práctica, entendida como “el acto de poner algo en uso” o “la capacidad de uso práctico.”
ā
Responder a la Palabra de Dios significa permitir que produzca algo en nosotros. Como puedes ver, encontrar una aplicación práctica puede ser un tipo de respuesta, pero no todas las respuestas serán aplicaciones. Dios no espera que encontremos aplicaciones prácticas para todo lo que se encuentra en la Biblia, pero sí quiere que respondamos a ella. En este sentido, podemos comparar la Biblia con las grandes obras que se encuentran en los museos de arte. También deberían producen algo en nosotros.
ā
Dice la carta a los Hebreos:
ā
Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo; penetra hasta el punto donde se dividen alma y espíritu, coyunturas y tuétanos; juzga los deseos e intenciones del corazón. (Heb 4, 12)
ā
La Palabra de Dios es una realidad activa que nos produce algo. De este modo, a medida que leemos la Biblia, ésta nos va cambiando poco a poco. ¿Cómo has reaccionado a la Palabra de Dios? ¿Qué ha producido en ti? Por ejemplo, ¿cuál fue tu reacción ante la historia de la violación de la concubina del levita?
ā
¡Celebra!
Volviendo al libro del Éxodo, después de que el pueblo responde como lo hace, leemos que:
ā
Entonces Moisés tomó la sangre y roció al pueblo, diciendo: «Esta es la sangre de la alianza que el Señor ha concertado con vosotros, de acuerdo con todas estas palabras». (Ex 24, 8)
ā
Es decir, establecieron una alianza con Dios. En las antiguas culturas del mundo bíblico, las familias se formaban mediante alianzas. Al hacer esto, Israel se convirtió en la primera nación en entrar en una relación de alianza con Dios y así comenzó a formar parte de su familia.
Tras esto, leemos:
ā
Subieron Moisés, Aarón, Nadab, Abiú y setenta ancianos de Israel, y vieron al Dios de Israel: bajo sus pies había como un pavimento de zafiro, brillante como el mismo cielo. Él no extendió la mano contra los notables de los hijos de Israel, que vieron a Dios y después comieron y bebieron. (Ex 24, 9–11)
ā
Una de las formas más típicas en que las familias expresan su unidad es comiendo juntas. Esto también es cierto para la familia de Dios. La nueva comunión de vida entre Dios e Israel, establecida mediante esta alianza, se celebró con un banquete. Esta ceremonia litúrgica expresó la realidad de lo que acababa de suceder.
ā
ā
¡Recordad!
ā
Por desgracia, los israelitas no tardaron en romper su alianza. Moisés subió al Monte Sinaí para encontrarse con el Señor y el pueblo se alejó de Dios creando y adorando el becerro de oro. Moisés salvó al pueblo de la ira de Dios intercediendo por ellos.
Dios renovó la alianza, como leemos en el capítulo 34. Sin embargo, como resultado de este pecado, cambió sus condiciones. Su presencia entre su pueblo se hizo más distante, y el pueblo perdió su identidad como reino de sacerdotes. Antes, todos los varones israelitas iban a ser sacerdotes, pero ahora solo los levitas fueron ordenados para ello. Finalmente, la ley de Dios se hizo más exigente al añadirsele el Libro del Levítico a la alianza. Consiste en su mayoría en reglas y regulaciones que Dios estableció para que su pueblo, a pesar de su pecaminosidad, pudiera entrar y mantener su comunión con él.
Por desgracia, el pueblo rompió la alianza por segunda vez. Leemos en los libros de Números (véase Nm 31) y Apocalipsis (véase Ap 2, 14) cómo el profeta Balaam -que resulta ser el dueño del burro parlante- ayudó a los madianitas a descarriar a los israelitas incitándolos a la inmoralidad sexual y a comer alimentos sacrificados a los ídolos.
ā
En el libro del Deuteronomio se nos cuenta cómo se renovó la alianza por segunda vez. Sin embargo, el lenguaje utilizado para ello es bastante oscuro y difícil de entender. El libro se llama así porque consiste principalmente en las leyes que Moisés estableció para esta alianza renovada. El nombre “Deuteronomio” significa “segunda ley”. Algunas de estas leyes se refieren a un futuro rey. En el capítulo 17 leemos:
ā
Cuando se siente sobre su trono real, se hará escribir en un libro una copia de esta ley que conservan los sacerdotes levitas. La tendrá consigo y la leerá todos los días de su vida, para que aprenda a temer al Señor, su Dios, observando todas las palabras de esta ley y todos estos mandatos para cumplirlos. (Dt 17, 18–19)
ā
Es decir, el futuro rey tendrá que leer las Escrituras todos los días de su vida. El propósito de esto es para qu aprenda a temer a Dios. El temor es otro tipo de respuesta que la Biblia puede producir en nosotros. Pero recuerda que eso no quiere decir tenerle miedo al Señor. Según el Papa Francisco:
ā
Sabemos bien que Dios es Padre, y que nos ama y quiere nuestra salvación, y siempre perdona, siempre; por lo cual no hay motivo para tener miedo de Él. El temor de Dios, en cambio, es el don del Espíritu que nos recuerda cuán pequeños somos ante Dios y su amor, y que nuestro bien está en abandonarnos con humildad, con respeto y confianza en sus manos. Esto es el temor de Dios: el abandono en la bondad de nuestro Padre que nos quiere mucho. (Papa Francisco, Audiencia general, 11/06/2014)
ā
El Deuteronomio también añade un paso adicional al proceso que hemos estado describiendo cuando llama al pueblo a recordar su historia. Esto se repite más de una docena de veces. Veamos varios ejemplos de ello.
ā
Recuerda que fuiste esclavo en la tierra de Egipto y que el Señor, tu Dios, te sacó de allí con mano fuerte y con brazo extendido. Por eso te manda el Señor, tu Dios, guardar el día del sábado. (Dt 5, 15)
Acuérdate bien de lo que el Señor, tu Dios, hizo con el faraón y con todo Egipto, 19de las grandes pruebas que vieron tus ojos, de los signos y prodigios, la mano fuerte y el brazo poderoso con que el Señor, tu Dios, te sacó de allí. Así hará el Señor, tu Dios, con todos los pueblos a quienes temes. (Dt 7, 18–19)
Recuerda todo el camino que el Señor, tu Dios, te ha hecho recorrer estos cuarenta años por el desierto, para afligirte, para probarte y conocer lo que hay en tu corazón: si observas sus preceptos o no. (Dt 8, 2)
Acuérdate del Señor, tu Dios: que es él quien te da la fuerza para adquirir esa riqueza, a fin de mantener la alianza que juró a tus padres, como lo hace hoy. (Dt 8, 18)
Recuerda y no olvides que provocaste al Señor, tu Dios, en el desierto: desde el día que saliste de la tierra de Egipto hasta que entrasteis en este lugar habéis sido rebeldes al Señor. (Dt 9, 7)
Acuérdate de tus siervos, Abrahán, Isaac y Jacob, no te fijes en la terquedad de este pueblo, en su crimen y en su pecado. (Dt 9, 27)
Recuerda lo que hizo el Señor, tu Dios, a María cuando salisteis de Egipto. (Dt 24, 9)
Recuerda lo que te hizo Amalec en el camino, a tu salida de Egipto. (Dt 25, 17)
Recordar la historia es otra respuesta válida. El Deuteronomio también ordena a los israelitas que enseñen su historia a sus hijos y a los hijos de sus hijos.
ā
Pero, ten cuidado y guárdate bien de olvidar las cosas que han visto tus ojos y que no se aparten de tu corazón mientras vivas; cuéntaselas a tus hijos y a tus nietos. (Dt 4, 9)
¿Por qué es importante? La lectura de la Biblia les recordará quiénes son y a qué se han comprometido por alianza. Los judíos dominan esta técnica. A pesar del paso de los milenios, a pesar de vivir en tantos lugares distantes, a pesar del cambio constante de la sociedad y a pesar de la persecución que han sufrido, han sido capaces de mantener su identidad porque no se han olvidado de su historia.
ā
¡Repita!
ā
También nosotros conservaremos nuestra identidad como cristianos a pesar de las dificultades y las condiciones cambiantes si recordamos nuestra historia. Y para ello, no basta con haber escuchado la historia una vez. Debemos escucharla una y otra vez. Y el mejor momento para hacerlo es cuando nos reunimos en asamblea durante la misa. La lectura de la Biblia forma parte, por tanto, de la liturgia pública.
El Deuteronomio 31 nos dice que:
ā
Moisés escribió esta ley y la consignó a los sacerdotes levitas que llevan el Arca de la Alianza del Señor, y a todos los ancianos de Israel. (Dt 31, 9)
ā
En este punto de la historia, Moisés estaba a punto de morir y por eso necesitaba pasar el liderazgo a Josué. Se nos dice que antes de hacerlo, escribió las leyes que se encuentran en el libro del Deuteronomio y así este libro se convirtió en parte de la Torá. Luego lo entregó a los sacerdotes y a los ancianos. Quizás podríamos llamar a esta versión la Biblia 1.1.
Fíjate en que Moisés no distinguió entre los sacerdotes y los laicos. Se la dio a ambos. A partir de ahora, todos debían de leer la Biblia. Después de esto, leemos:
ā
Y les mandó: «Cada siete años, en una fiesta del Año de la Remisión, en la fiesta de las Tiendas, cuando todo Israel acuda a presentarse ante el Señor, tu Dios, en el lugar que él elija, se proclamará esta ley ante todo Israel, a sus oídos. Congrega al pueblo, hombres, mujeres y niños, y al emigrante que esté en tus ciudades, para que escuchen y aprendan y teman al Señor, vuestro Dios, y observen todas las palabras de esta ley para cumplirla. Y así sus hijos, que no la conocen, la escucharán y aprenderán a temer al Señor, vuestro Dios, todos los días que viváis en la tierra que vais a poseer después de pasar el Jordán». (Dt 31, 10–13)
ā
Esto era para asegurar que las generaciones futuras también recordaran su historia y aprendieran a temer al Señor y a cumplir su ley. La Torá ordenaba que las Escrituras se leyeran públicamente cada siete años, durante la fiesta de las cabañas. De este modo, el pueblo podría revivir el encuentro con Dios que tuvo lugar en el Monte Sinaí y renovar su alianza con él.
ā
Todas las culturas antiguas tenían sus tradiciones orales y el recontar sus historias les ayudaba a formar su identidad. Pero, lo que es único en Israel es que las pusieron por escrito y animaron a todos a leerlas en comunidad. Ciertamente, también se transmitían oralmente, pero cada siete años el pueblo debía reunirse para escucharlas de nuevo. Al hacerlo, recordarían cómo Dios había actuado en su favor y los había rescatado de la esclavitud del Faraón. Y recordarían que habían entrado en una relación de alianza con Dios, asumiendo la obligación de cumplir con sus leyes.
ā
Encontramos la siguiente referencia importante a la lectura pública de la Biblia en el capítulo 8 del libro de Josué. Después de que los israelitas habían conquistado las ciudades de Jericó y AI, se nos dice que:
ā
Entonces Josué construyó un altar al Señor, Dios de Israel, en el monte Ebal... Josué escribió allí mismo, sobre las piedras, una copia de la ley que Moisés había escrito en presencia de los hijos de Israel... Josué leyó todas las palabras de la ley (las bendiciones y las maldiciones), a tenor de lo escrito en el libro de la ley. Ni una sola palabra de cuantas Moisés había prescrito dejó Josué de leer en presencia de toda la asamblea de Israel, incluidas las mujeres, los niños y los emigrantes que vivían entre ellos. (Jos 8, 30-35)
ā
Este fue otro momento importante porque el pueblo estaba por empezar una nueva etapa. Acababan de entrar en la Tierra Prometida, dejando atrás el desierto. Era el comienzo de un nuevo capítulo en sus vidas. Por eso, antes de continuar, interrumpieron las batallas para poder recordar su identidad; es decir, quiénes eran, de dónde venían y por qué habían entrado en esta tierra. Tras esta renovación, continuaron con la conquista de la Tierra y se establecieron en ella. Finalmente, se convirtieron en un reino. Leemos sobre el reino en los libros de los Jueces, 1 y 2 Samuel, y 1 y 2 Reyes.
Lo interesante es que la Biblia nunca nos dice si durante todo este tiempo -estamos hablando de un periodo de unos 600 años- realmente hicieron lo que la ley les mandaba hacer o no. No hay mención alguna de que se hayan reunido cada siete años para leer la Biblia. Sin embargo, si observamos la desastroza situación espiritual y cultural de Israel, especialmente durante el período del reino dividido, parece poco probable que hayan realizado alguna vez una de estas lecturas públicas.
Lo que sí sabemos es que el pueblo olvidó rápidamente su historia y perdió su identidad.
ā
Josué, hijo de Nun, siervo del Señor, murió a la edad de ciento diez años. Y lo enterraron en el término de su heredad, en Timnat Jeres, en la montaña de Efraín, al norte del monte Gaas. Toda aquella generación se reunió también con sus padres, y le siguió otra generación que no había conocido al Señor ni la obra que había realizado en favor de Israel. (Jgs 2:8-10)
ā
Esto hace suponer que no se realizaron estas lecturas públicas. Los Israelitas no pudieron mantenerse fieles ni una sola generación. El resto de la historia del Antiguo Testamento es un constante abandono de los caminos de Dios y la repetida caída en la idolatría.
ā
ā
La reforma del rey Josías
ā
La siguiente mención de una lectura pública de las Escrituras tiene lugar durante el reinado del rey Josías. Reinó entre el 640 y el 609 a.C. Josías fue uno de los pocos reyes buenos. Se convirtió en rey cuando tenía ocho años y gobernó por 31 años. Leemos que “hizo lo recto a los ojos del Señor y siguió en todo los caminos de David su padre, sin desviarse a derecha ni a izquierda” (2 Re 22, 2).
ā
Lo que pasó fue que el libro de la ley fue encontrado durante una renovación del templo. “Cuando el rey oyó las palabras del libro de la ley, rasgó sus vestiduras” (2 Re 22, 11). Este puede ser otra respuesta válida a la escucha de las Escrituras. El rey lo hizo porque “nuestros padres no obedecieron las palabras de este libro haciendo lo que está escrito para nosotros” (2 Re 22, 13).
Vimos cómo Josué hizo que el pueblo escuchara la lectura pública de la ley para que recordara su identidad al comenzar un nuevo capítulo de su historia, al dejar atrás el desierto y entrar en la Tierra Prometida. El rey Josías ordenó una nueva lectura pública de la ley cuando se dio cuenta de que el pueblo había olvidado su historia y había sido infiel a Dios. Volvieron la vista atrás para recordar y recuperar su identidad perdida.
ā
Subió el rey al templo del Señor con todos los hombres de Judá y los habitantes de Jerusalén; los sacerdotes, profetas y todo el pueblo, desde el menor al mayor, y leyó a sus oídos todas las palabras del libro de la Alianza hallado en el templo del Señor. Se situó el rey de pie junto a la columna y, en presencia del Señor, estableció la alianza, con el compromiso de caminar tras el Señor y guardar sus mandamientos, testimonios y preceptos, con todo el corazón y con toda el alma, y poner en vigor las palabras de la alianza escritas en el libro. Todo el pueblo confirmó la alianza. (2 Re 23,2–3)
La lectura de la Biblia es muy importante porque te recuerda quién eres. Te da anclas para cimentar tu identidad. Esto es importante, sobre todo cuando comienzas una nueva etapa de tu vida. Pero la lectura de la Biblia también puede ayudar a los que se han perdido en el camino. Nos recuerda de dónde venimos y hacia dónde debemos ir. Como había hecho el pueblo en tiempos de Moisés y Josué, el rey y el pueblo responden a la palabra de Dios renovando su alianza con él. Y también celebraron.
Desgraciadamente, la reforma religiosa del rey Josías fue demasiado pequeña y tardía para evitar la destrucción de Jerusalén y el exilio babilónico. Pero 70 años después, Dios permitió que el pueblo regresara y reconstruyera y entonces encontramos otra mención de la lectura pública de las Escrituras. Ocurre en el capítulo 8 de Nehemías. El pueblo regresó de su exilio con gran alegría y expectación, pero la vida era dura.
ā
El pueblo entero se reunió como un solo hombre en la plaza que está delante de la Puerta del Agua y dijeron a Esdras, el escriba, que trajese el libro de la ley de Moisés que el Señor había dado a Israel. El día primero del mes séptimo, el sacerdote Esdras trajo el libro de la ley ante la comunidad: hombres, mujeres y cuantos tenían uso de razón. Leyó el libro en la plaza que está delante de la Puerta del Agua, desde la mañana hasta el mediodía, ante los hombres, las mujeres y los que tenían uso de razón. Todo el pueblo escuchaba con atención la lectura del libro de la ley. El escriba Esdras se puso en pie sobre una tribuna de madera levantada para la ocasión. Estaban a su derecha Matitías, Semá, Ananías, Urías, Jelcías y Maasías; y a su izquierda, Pedaías, Misael, Malquías, Jasún, Jasbadana, Zacarías y Mesulán. Esdras abrió el libro en presencia de todo el pueblo, de modo que toda la multitud podía verlo; al abrirlo, el pueblo entero se puso de pie. Esdras bendijo al Señor, el Dios grande, y todo el pueblo respondió con las manos levantadas: «Amén, amén». Luego se inclinaron y adoraron al Señor, rostro en tierra. Los levitas Josué, Baní, Serebías, Jamín, Acub, Sabtay, Hodiyías, Maasías, Quelitá, Azarías, Yozabad, Janán y Pelaías explicaron la ley al pueblo, que permanecía en pie. Leyeron el libro de la ley de Dios con claridad y explicando su sentido, de modo que entendieran la lectura. Entonces el gobernador Nehemías, el sacerdote y escriba Esdras, y los levitas que instruían al pueblo dijeron a toda la asamblea: «Este día está consagrado al Señor, vuestro Dios. No estéis tristes ni lloréis» (y es que todo el pueblo lloraba al escuchar las palabras de la ley). Nehemías les dijo: «Id, comed buenos manjares y bebed buen vino, e invitad a los que no tienen nada preparado, pues este día está consagrado al Señor. ¡No os pongáis tristes; el gozo del Señor es vuestra fuerza!». También los levitas tranquilizaban a todo el pueblo, diciendo: «¡Callad, no estéis tristes, porque este día es santo!». Así que el pueblo entero se fue a comer y beber, a invitar a los demás y a celebrar una gran fiesta, porque habían comprendido lo que les habían enseñado. (Neh 8, 1–12)
Era la primera vez, tras el regreso del exilio, que el pueblo se reunió para escuchar la lectura de las Escrituras. Pero también ocurrió algo novedoso. Leemos que los levitas no solo les leyeron el texto, sino que también se lo explicaron para que pudieran entenderlo. Esta es la primera homilía que encontramos en la Biblia.
ā
¿Cómo respondió el pueblo a la palabra de Dios? Primero lloraron. Luego, “los de la raza de los hijos de Israel se separaron de todos los extranjeros, se presentaron y confesaron sus pecados y las iniquidades de sus padres.” (Neh 9, 2). Finalmente, bendijeron a Dios y renovaron la alianza.
ā
Conclusión
ā
En esta lección, hemos estudiado lo que la Biblia dice sobre sí misma y cómo los judíos se acercaron a sus escritos sagrados. Al hacerlo, hemos visto surgir un patrón. Cuando se leen las Escrituras al Pueblo de Dios reunido en su nombre, éste responde confesando sus pecados, bendiciendo a Dios y renovando su alianza con él. Tal vez en nuestros tiempos, cuando parece que hemos perdido nuestra identidad, necesitemos hacer lo mismo. Los cristianos deberían leer la Biblia para recordar quiénes son y de dónde vienen.
Pero, según la Biblia, la Palabra de Dios debe leerse en público, no solo en privado. Esto es lo que ocurre en cada misa. Cuando vamos a misa, escuchamos la lectura pública de nuestra historia con Dios. Ésta suele ir acompañada de una homilía que debería explicar lo que acabamos de escuchar. Así, podemos recordar lo que Dios ha hecho por nosotros. A continuación, la comunidad responde a la Palabra de Dios rezando juntos el Credo. Al hacerlo, estamos reafirmando nuestra fe. A continuación, pedimos a Dios que siga interviniendo en nuestro favor mediante la Oración de los Fieles. La celebración alcanza su punto culminante con la Liturgia de la Eucaristía, en la que renovamos nuestra alianza con Dios.
ā
Este estudio ha aumentado mi conciencia de la importancia del salmo responsorial durante la misa. Utilizamos la propia Escritura para inspirar nuestra respuesta, como comunidad, a la lectura pública de la Palabra de Dios.
ā
Volviendo a nuestra pregunta inicial: ¿Por qué leer la Biblia? Podríamos pensar que sería más fácil si Dios nos hubiera dado un simple manual, uno que enumerara todas las reglas que debemos seguir. Pero, después de haber leído la Biblia, no creo que esto sea cierto. Y la razón es que Dios ya lo intentó una vez y no funcionó. Les dio a Adán y Eva un manual muy claro y sencillo. Contenúa una sola instrucción: no comer de tal árbol. Pero desgraciadamente no pudieron seguirla. ¿Seremos capaces de hacerlo mejor?
ā
Esto nos enseña que necesitamos más que un libro de reglas. Como Pueblo de Dios, necesitamos que se nos recuerde constantemente nuestra identidad como hijos amados de Dios. Es decir, quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos. Esto sucede cuando leemos las Escrituras, especialmente cuando las leemos públicamente en nuestras asambleas.
ā
Cuando leemos historias chocantes en la Biblia, como la de la concubina del levita, deberían escandalizarnos. Esa es la respuesta esperada. Pero también deberían recordarnos que esto no fue algo aislado, que ocurrió una vez hace unos miles de años. Estos tipos de cosas suceden una y otra vez en nuestra sociedad y en nuestras vidas. “El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra” (Jn 8, 7).
ā
La historia de la Biblia también habla del amor fiel de Dios. A pesar de todo lo que hayamos hechos, si nos arrepentimos, Dios siempre será fiel a su alianza con nosotros. Es la experiencia de este amor, que descubrimos al leer nuestra historia, la que cambiará nuestros corazones y nos llevará a volver a él. Por eso Dios ordenó a Moisés y a otros que escribieran la historia. Y por eso esta historia debe leerse en voz alta, cada vez que nos reunamos como comunidad cristiana.
ā