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El primer capítulo

Versos 14 al 45

Image of Jesus walking on water

(Imagen: British Library)

Sumario

En esta unidad, estudiaremos el resto del primer capítulo. Marcos hace que Jesús comience su ministerio proclamando: "Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios" y llamando a la gente a arrepentirse de sus pecados y a creer en el evangelio. 

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A continuación, nos introduce al tercer gran tema: el discipulado. Un discípulo está llamado a seguir a Jesús para luego ser enviado por él como "pescador de hombres". Al conectar esta expresión con Jeremías 16, 14-16, podemos ver que Marcos se está refiriendo a otro aspecto del nuevo éxodo: con la ayuda de los apóstoles, este nuevo éxodo restaurará el reino trayendo de vuelta a las tribus perdidas de Israel. 

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El capítulo termina con la descripción de un típico día en la vida de Jesús. Marcos nos muestra cómo Jesús era muy activo, yendo de aquí para allá, enseñando y sanando. Todo sucede de inmediato. Pero también tenía tiempo para descansar, rezar y estar con sus amigos y seres queridos. Jesús vivió una vida equilibrada y, en esto, puede ser un ejemplo para nosotros. 

Objetivos de aprendizaje

Habrás completado con éxito esta unidad didáctica cuando puedas:

 

  • Explicar por qué los que escucharon a Jesús hablar sobre el reino de Dios habrán entendido que estaba hablando de la restauración del reino de David.

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  • Explicar por qué los apóstoles estaban dispuestos a dejarlo todo para seguir a Jesús. 

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  • Explicar por qué Jesús eligió Cafarnaún como su centro de operaciones. 

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  • Describir un día típico en la vida de Jesús.

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  • Explicar el significado simbólico de la lepra como pecado. 

El inicio del ministerio de Jesús

Después de que Juan fue entregado, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios; decía: "Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio".  (Mc 1, 14-15)

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Lo primero que predicó Jesús fue que el reino de Dios estaba cerca. Hoy, cuando pensamos en el reino de Dios, tendemos a espiritualizarlo. Lo imaginamos como el reinado de Dios en el cielo, o la presencia espiritual de Jesús en el mundo, o incluso la Iglesia como el reino visible en la tierra. Pero para los que escucharon en persona la predicación de Jesús, solo podía significar una cosa: la restauración del reino de David. Recuerda la historia de Israel y cómo Dios había prometido a David que su reino duraría para siempre; sin embargo, fue destruido en el siglo VI a.C. El pueblo esperaba ansiosamente que Dios restableciera su reino, como habían prometido los profetas, y habría entendido que Jesús hablaba de esto. Era una noticia apasionante, pero, como vimos en la unidad anterior, el profeta Malaquías reconoció que el pecado del pueblo impedía su llegada. Por eso, Jesús llama a todos a arrepentirse y a creer en la buena nueva para que Dios pueda establecer su reino.

El llamamiento de los primeros apóstoles

Pasando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés, el hermano de Simón, echando las redes en el mar, pues eran pescadores. Jesús les dijo: "Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres". Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Un poco más adelante vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. A continuación los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon en pos de él.  (Mc 1, 16-20)

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El reino de David se formó sobre las 12 tribus de Israel y leemos en 1 Reyes 4, 7 que Salomón tuvo 12 oficiales para ayudarle a gobernar. Siguiendo estos ejemplos del Antiguo Testamento, Jesús también va a elegir a 12 apóstoles para que le ayuden a establecer su reino. En este pasaje vemos cómo llama a los cuatro primeros: Pedro, Andrés, Santiago y Juan. Todos eran pescadores que trabajaban en el Mar de Galilea.

 

Jesús les dijo: "Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres".  (Mc 1, 17)

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Sabemos que esta no era la primera vez que Jesús se encontró con estos hombres porque en Juan 1, 29 leemos cómo Juan el Bautista señaló a Jesús a dos de sus discípulos diciendo: "Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo". Uno de los discípulos era Andrés, y es posible que el otro fuera Juan. Andrés también presentó a Jesús a su hermano Pedro. Esto ocurrió antes de que Juan fuera arrestado. Ahora, en esta escena, Jesús les llama después de que Juan fue encarcelado y les dice que lo sigan. No sabemos cuánto tiempo había pasado desde el arresto de Juan.  

 

Lo que se desprende de la lectura conjunta de Marcos y Juan es que la llamada de los apóstoles fue, en muchos casos, en realidad un proceso prolongado que probablemente tuvo lugar a lo largo de varios meses. Juan describe sus primeros encuentros con Jesús y cómo le acompañaron en determinados momentos, de manera más informal; habrían ido y venido. Igual que nosotros, cuando estamos discerniendo nuestra vocación, vamos a retiros, pasamos tiempo con sacerdotes, etc., ¡pero no lo hacemos a tiempo completo! Marcos y los sinópticos se centran en el momento definitivo de la llamada, cuando finalmente dejaron todo y comenzaron a seguir a Jesús a tiempo completo. Lo que vemos al leer ambos evangelios juntos es que Jesús había estado preparando sus corazones para este momento de generosidad, cuando dejarían sus redes para seguirle.

 

¿Qué quiere decir Jesús con "pescadores de hombres"? La respuesta se encuentra en el Antiguo Testamento, en el Libro de Jeremías. Jeremías fue uno de los muchos profetas que hablaron de la restauración del reino mediante un nuevo éxodo. En una de estas profecías, escribió

 

Pero llegarán días —oráculo del Señor— en que ya no se jurará “Por vida del Señor, que hizo subir a los hijos de Israel de Egipto”, sino “Por vida del Señor, que hizo subir a los hijos de Israel del país del norte y de todos los países por donde los dispersó”. Así es, pues yo los haré volver a su tierra, la que di a sus antepasados. (Jr 16, 14-15)

 

Para Jeremías, el nuevo éxodo consistía en que Dios llevaría a los israelitas exiliados del país del norte de vuelta a la Tierra Prometida. Con esto, se refiere a las 10 tribus del norte de Israel que habían sido conquistadas por los asirios y exiliadas en el norte. Para cuando Jeremías escribió esto, estas tribus habían desaparecido completamente de la faz de la tierra. No sabemos qué pasó con ellas. Por lo tanto, dada esta situación, ¿cómo podrá Dios reunir a los israelitas y traerlos de vuelta a casa?Jeremías continúa diciéndonos:

 

Voy a enviar a muchos pescadores a que los pesquen. (Jr 16, 16)

 

Los judíos conocían bien su historia y sus escrituras. Cuando Pedro, Andrés, Santiago y Juan escucharon a Jesús hablar así, entendieron lo que estaba diciendo. Era el comienzo de la reunificación de las tribus de Israel y el restablecimiento del reino. Era el cumplimiento del deseo más profundo de todo judío. Era una noticia apasionante y querían formar parte de ella. También habrían tenido en mente el testimonio de Juan sobre Jesús y recordarían el tiempo que pasaron con él, por lo que no era un total desconocido para ellos. Por eso, dejando caer sus redes, y le siguieron.

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Espero que estés empezando a darte cuenta que casi no hay nada que Jesús diga o haga que no esté relacionado de alguna manera con el Antiguo Testamento. Él no inventó nada nuevo, sino que se limitó a cumplir las Escrituras. Por eso debes leer también el Antiguo Testamento y familiarizarte con él. No puedes entender a Jesús si lo separas del Antiguo Testamento, y cuantos más detalles conozcas, mejor.

 

Tarea opcional: Ve el vídeo "Exile and the Lost Tribes of Israel" para aprender sobre las tribus perdidas.

Cafarnaún

Marcos nos dice que Jesús y sus discípulos se dirigieron a Cafarnaún y establecieron allí su centro de operaciones. Esta fue una elección deliberada y estratégica. Cafarnaún estaba situada en la tierra de Neftalí, uno de las tribus de Israel. Sabemos por 2 Reyes 15 que fue una de las primeras tribus en ser conquistado por los asirios y mandado al exilio. 

 

Sobre Neftalí, Isaías profetizó:

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En otro tiempo humilló el Señor la tierra de Zabulón y la tierra de Neftalí, pero luego ha llenado de gloria el camino del mar, el otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles. El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande; | habitaba en tierra y sombras de muerte, y una luz les brilló. (Is 8, 23-9, 1)

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Jesús comienza su misión de reunir a las tribus de Israel y de restablecer el reino de David en el mismo lugar donde había comenzado el exilio. Por tanto, viniendo a esta ciudad estaba empezando a deshacer los efectos del exilio.

Un día típico en la vida de Jesús

Creemos que Jesús no solo es Dios, sino que también es un ser humano, como nosotros en todo menos en el pecado. Por eso, Marcos dedica los siguientes párrafos a presentarnos su lado humano. Si prestas atención a los detalles de los versículos 21 a 39, te darás cuenta de que todo ocurre dentro de un período de 24 horas. Marcos nos está mostrando cómo era un día típico en la vida de Jesús. Resulta que era un sábado, así que, como hacían todos los judíos, Jesús se fue a la sinagoga por la mañana.

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Y entran en Cafarnaún y, al sábado siguiente, entra en la sinagoga a enseñar. (Mc 1, 21)

 

Fíjate en que Marcos vuelve a decir "inmediatamente". Esta palabra aparecerá varias veces en estos versículos. Nos da un sentido de la actividad de Jesús. Él hace esto y luego inmediatamente hace aquello y luego inmediatamente otra cosa. También nos dice algo sobre su personalidad. Jesús no era un tipo pasivo; todo acontece a un ritmo veloz.

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Entonces, lo encontramos enseñando en la sinagoga y todos se asombraron de ello, porque les enseñaba con autoridad; es decir, acompañaba su enseñanza con signos que mostraban que tenía un poder sobrenatural. En este caso, sana a un hombre que está poseído por un espíritu inmundo. Al hacerlo, está revelando que tiene poder sobre lo demoníaco. Durante este encuentro, el demonio grita:

 

"¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios". (Mc 1, 24)

 

La expresión "el Santo" con el artículo definitivo "el" es un título para el sumo sacerdote como podemos ver en el Salmo 106, 16.

 

Envidiaron a Moisés en el campamento, | y a Aarón, el consagrado al Señor [o el santo del Señor].

 

Tal vez el demonio reconoció a Jesús como el Mesías sacerdotal y que tenía autoridad espiritual sobre él. Aunque también pudo haberlo dicho para ahuyentarlo. En el mundo antiguo se pensaba que se podía dominar a un espíritu antagonista invocando su nombre. Cuando Jesús sana al hombre, la gente se asombra de ello. Entonces, Marcos nos dice:

 

Y enseguida, al salir ellos de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a la casa de Simón y Andrés. (Mc 1, 29)

 

Jesús sana ahora a la suegra de Pedro, que había estado en cama con fiebre. Se trata de un milagro único en el evangelio. No está endemoniada ni sufre trágicamente de lepra, ceguera o cualquier otra condición debilitante; lo único que tiene es fiebre. Sin embargo, Jesús también está atento a sus necesidades, por lo que toca su mano y la levanta. Esto nos muestra que Jesús también tiene en cuenta nuestros pequeños sufrimientos. La suegra de Pedro se levanta y les da de comer. Vemos que Jesús pasa el resto del sábado descansando y disfrutando el día con Pedro y su familia.

 

Se corre la voz de la sanación en la sinagoga, así que una vez terminado el sábado, a la puesta de sol, la gente empieza a llevar a todos sus enfermos o endemoniados a Jesús y se nos dice que sanó a muchos, aunque Marcos no nos da ningún detalle de lo sucedido. Volvemos a encontrar a Jesús trabajando. No se nos dice cuándo, pero en algún momento debió irse a dormir, solo para levantarse de madrugada para salir a rezar. Así, a pesar de su gran actividad misionera, Jesús también encuentra tiempo para estar a solas con su Padre.

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Lo que encontramos en este típico día en la vida de Jesús es que, humanamente hablando, vivió de forma equilibrada. Era una persona activa, que iba inmediatamente de aquí para allá, enseñando y sanando; pero también tenía tiempo para descansar, rezar y estar con sus amigos y seres queridos. En esto, Jesús puede ser un modelo para nosotros. Es un pasaje muy humano.

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En el versículo 38, leemos cómo Pedro y los demás salen a buscarlo y cuando lo encuentran, Jesús les dice:

 

"Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido".

 

Y eso es lo que hacen. Marcos nos dice que Jesús viajó por toda Galilea predicando en las sinagogas y expulsando demonios.

Jesús sana a un leproso

Se le acerca un leproso, suplicándole de rodillas: "Si quieres, puedes limpiarme". Compadecido, extendió la mano y lo tocó diciendo: "Quiero: queda limpio". La lepra se le quitó inmediatamente y quedó limpio. Él lo despidió, encargándole severamente: "No se lo digas a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés, para que les sirva de testimonio". (Mc 1, 40-44)

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Se discute si la lepra de la Biblia es la misma enfermedad que la actual, también conocida como enfermedad de Hansen. La interpretación clásica es que sí lo es, por lo que ésta es la interpretación que seguiremos. La lepra es una enfermedad terrible en la que el cuerpo de una persona comienza a descomponerse mientras sigue viva. Puede extenderse lentamente por todo el cuerpo hasta que finalmente lo mata.

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Se consideraba que los leprosos se encontraban en un estado de profunda impureza. Tenían que rasgarse las ropas, cubrirse el labio superior y gritar "impuro, impuro" para advertir a los demás que estaban cerca. Se les obligaba a vivir fuera de la comunidad, por lo que se quedaban sin hogar y sin la estructura de apoyo de sus familiares y amigos. Dado que en Israel la oración a Dios era comunitaria, esto significaba que también estaban apartadas de él, ya que no podían unirse a las oraciones de la comunidad. Encontramos instrucciones detalladas sobre el manejo de los leprosos en los capítulos 13 y 14 del Levítico.

 

Esta era la situación de esta infortunado que se acercó a Jesús suplicándolo que lo limpiara. Al acercarse a él, estaba quebrantando la ley. Pero, de alguna manera, había oído hablar de los milagros de Jesús y acudió a él. Es interesante notar que no le pidió a Jesús que lo sanara, sino que lo limpiara. Este dato sugiere que era un hombre de gran fe, para quien el restablecimiento de su relación con Dios y con la comunidad era más importante que su bienestar físico.

 

Marcos destaca la humanidad de Jesús en su actuación. Se compadece de él y lo toca. Esto también era una transgresión de la ley y debería haber hecho impuro a Jesús, pero ocurre lo contrario, él sana y limpia al leproso. Leemos que, inmediatamente, se le quitó la lepra. Leído por sí mismo, este pasaje nos muestra cómo Jesús viajaba por Galilea, enseñando en las sinagogas y sanando a los enfermos. Pero no debemos leer nada de lo que Jesús dijo o hizo por sí solo. Jesús curó a mucha gente, pero no fue por eso que vino al mundo. Su misión no era la de curar a todos los enfermos de Israel. Sus milagros tienen un significado más profundo: revelan su identidad, que es el tema principal del evangelio. Marcos quiere mostrarnos que Jesús es Dios y que ha venido a salvarnos. Esa es la buena noticia.

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Podemos descubrir el significado más profundo de este milagro leyéndolo a la luz del Antiguo Testamento. Allí encontramos a dos leprosos que fueron sanados y, en ambos casos, fue Dios quien los curó. Números 12 nos habla de Miriam, la hermana de Moisés, y 2 Reyes 5 nos habla de Naamán. Era comandante del ejército del rey de Siria, pero también tenía lepra. Una esclava hebrea le dijo que el profeta Eliseo podía sanarlo, así que habló con su rey, quien lo envió al rey de Israel con una carta que decía lo siguiente: 

 

Al llegarte esta carta, sabrás que te envío a mi siervo Naamán para que lo cures de su lepra. (2 Re 5, 6)

 

Cuando el rey leyó esto:

 

Rasgó sus vestiduras, diciendo: "¿Soy yo Dios para repartir vida y muerte? Pues me encarga nada menos que curar a un hombre de su lepra". (2 Re 5, 7)


La implicación es que solo Dios puede curar a los leprosos, así que cuando el leproso va a Jesús y le dice: "Si quieres, puedes limpiarme", está expresando implícitamente su fe en Jesús como Dios. 

 

Cuando Jesús le dice: "Muéstrate al sacerdote y ofrece para tu purificación lo que mandó Moisés", se está refiriendo a las normas dadas en el Levítico 13 y 14. Nos dicen que una de los obligaciones del sacerdote era examinar las llagas del cuerpo de las personas para determinar si habían contraído la enfermedad o no. Por ejemplo:

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Cuando alguno tenga una inflamación, una erupción o una mancha en la piel, y se le produzca una llaga como de lepra, será llevado ante el sacerdote Aarón, o ante uno de sus hijos sacerdotes. El sacerdote examinará la llaga de la piel; si el pelo en ella se ha vuelto blanco, y la llaga aparece más hundida que la piel, es llaga de lepra. Una vez que el sacerdote lo haya comprobado, lo declarará impuro. (Lv 13, 2-3)

 

Hoy en día, cuando tenemos una enfermedad de la piel vamos al médico, en aquel entonces la gente iba al sacerdote. He participado en varias misiones médicas en México, y he visto personalmente cómo las enfermedades de la piel pueden ser bastante comunes. Probablemente lo mismo ocurría en el antiguo Israel. Los sacerdotes de entonces debían de estar muy ocupados examinando las llagas de la gente y buscando los signos de lepra.  Era su responsabilidad determinar si alguien tenía lepra o no. Y, si la tenía, el sacerdote lo declaraba impuro, y debía apartarse de su comunidad y cumplir todo lo estipulado en la ley.

 

Si un leproso se sanaba, tenía que volver al sacerdote para ser examinado de nuevo. Por eso Jesús le dice al hombre que se presente ante el sacerdote y ofrezca los sacrificios prescritos por Moisés. Después de esto, el sacerdote declaraba limpia a la persona y ésta podía unirse a su familia y a la comunidad.

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El pecado es un concepto espiritual que nos resulta difícil de entender. Tendemos a considerarlo como la simple transgresión de las reglas. Sin embargo, las normas sobre el tratamiento de la lepra existen en la Biblia porque Dios quiere enseñarnos a través de ellas que el pecado es como la lepra del alma. Así como el cuerpo de un leproso se pudre, aunque la persona siga viva, también nuestra alma se "pudre" cuando pecamos. Y así como era tarea de los sacerdotes de la antigua alianza examinar las llagas de una persona para determinar si tenía lepra o no, con todas sus consecuencias, también es tarea de los sacerdotes de la nueva alianza examinar a los que tienen la lepra espiritual. Esto se hace en el sacramento de la confesión.


Un último comentario sobre este pasaje, leemos que el hombre curado:

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Empezó a pregonar bien alto y a divulgar el hecho, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en lugares solitarios; y aun así acudían a él de todas partes. (Mc 1, 45)

 

Si antes era el leproso al que no se le permitía entrar en las ciudades, ahora es Jesús, que se ve obligado a vivir en el campo. Aquí vemos que se ha producido una inversión de papeles. Jesús ocupa el lugar del leproso. Esto también ocurrió en nuestra redención cuando Jesús sufrió y murió no solo por nosotros, sino también en nuestro lugar.

Conclusión

Espero que puedas apreciar la riqueza del evangelio de Marcos. Su genialidad reside en que, a pesar de ser sencillo y directo, es muy profundo. Como ya hemos mencionado, cualquiera puede leerlo, pensar que lo entiende y no sentirse abrumado por el texto. Sin embargo, solo podemos descubrir el pleno significado del mensaje de Marcos para nosotros cuando lo leemos a la luz del Antiguo Testamento. 

Tareas

  • Lee los capítulos 13 y 14 de Levítico, los capítulos 5 y 15 al 17 de 2 Reyes, e Isaías 9, 1-7 para entender el trasfondo de Marcos 1, 2-13.

 

  • Compara uno de los siguientes pasajes con las versiones paralelas de Mateo y Lucas. ¿En qué se parecen? ¿En qué se diferencian? Puedes encontrar los pasajes en paralelo en los archivos PDF adjuntos. 

 

  • La vocación de los primeros discípulos (Marcos, 1, 16-17; Mateo, 4, 18-22; Lucas 5, 1-11)

  • Jesús sanando en la casa de Pedro (Marcos 1, 29-34; Mateo 8, 14-17; Lucas 4, 38-41)

  • Jesús y el leproso (Marcos 1, 40-45; Mateo 8, 2-4; Lucas 5, 12-16)

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