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Quinta unidad

La Tradición y el Magisterio

Photograph of the colonnade at Saint Peter's

(Foto de pxfuel)

Sumario

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Para descubrir las verdades contenidas en la Biblia, es importante saberla leer e interpretar correctamente. La Biblia es fundamental para nuestra fe como católicos, pero no somos fundamentalistas. En respuesta al fundamentalismo, el Catecismo de la Iglesia Católica enseña que "la fe cristiana no es una 'religión del Libro'. El cristianismo es la religión de la 'Palabra' de Dios" (CIC 108). Esta Palabra es Jesucristo, el Verbo de Dios encarnado. Él es la plenitud de la Revelación. Además de las Sagradas Escrituras, Dios nos ha dado otros dos dones para que la Revelación de Jesús llegue a todas las generaciones: La Sagrada Tradición y el Magisterio o autoridad docente de la Iglesia. En esta unidad estudiaremos la relación entre la Escritura, la Tradición y el Magisterio.

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Objetivos de aprendizaje

 

Habrás completado con éxito esta unidad cuando puedas:

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  • Explicar cómo los apóstoles cumplieron el mandato de Jesús: "Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación" (Mc 16, 15).

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  • Explicar cómo se nos transmite la Revelación de Jesús tanto a través de las Sagradas Escrituras como de la Santa Tradición. 

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Introdución

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En la unidad precedente, examinamos el concepto de la Revelación divina. Vimos que podemos llegar a conocer a Dios a través de su creación, al igual que podemos llegar a conocer a un artista por medio de sus obras. Sin embargo, debido a nuestra naturaleza caída, es fácil que olvidemos, descuidemos o incluso rechacemos explícitamente nuestro vínculo íntimo con Dios. Para ayudarnos a encontrarlo, Dios decidió revelarse a nosotros por etapas, culminando con la encarnación de su Hijo. Jesucristo es la plenitud de esta Revelación. En esta lección, estudiaremos cómo la Revelación de Dios en Jesucristo, dada hace unos 2000 años, ha sido transmitida a nosotros, para que también podamos recibirla. Lo haremos presentando y explicando los números 74 a 100 del Catecismo de la Iglesia Católica. Conviene estudiar estos números junto con esta lección.

 

Al estudiar este tema, es importante recordar que la fuente de la Revelación divina no es un libro, sino una persona: Jesucristo.

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Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre, es la Palabra única, perfecta e insuperable del Padre. En Él lo dice todo... (CIC 65)

 

Es por ello que el Catecismo también enseña que: 

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La fe cristiana no es una "religión del Libro". El cristianismo es la religión de la "Palabra» de Dios"...  (CIC 108)

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Esta Palabra es Jesucristo, el Verbo de Dios encarnado. Él es el fundamento de nuestra fe.

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En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios… Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros... (Jn 1, 1.14)

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En muchas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a los padres por los profetas. En esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo... (Heb 1, 1–2)

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Esto es importante para no caer en la trampa del fundamentalismo. La Biblia es fundamental para nuestra fe como católicos, pero no somos fundamentalistas. Recuerda lo que vimos en la tercera unidad. El fundamentalismo bíblico se refiere a un tipo de cristianismo que interpreta la Biblia de forma literal y solo acepta como relevantes para la fe aquellas verdades enseñadas explícitamente en la Biblia.

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La transmisión de la Revelación divina (CIC 74 – 79)

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Leemos en la Biblia cómo Jesús encargó a los apóstoles que predicaran el Evangelio, la fuente de toda verdad salvadora.

 

Y les dijo: "Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado." (Mc 16, 15–16)

 

Y esto es lo que hicieron. Cumpliendo el mandato del Señor, el Evangelio fue transmitido de dos maneras:

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— oralmente: "los Apóstoles, con su predicación, sus ejemplos, sus instituciones, transmitieron de palabra lo que habían aprendido de las obras y palabras de Cristo y lo que el Espíritu Santo les enseñó"; 

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— por escrito: "los mismos Apóstoles y los varones apostólicos pusieron por escrito el mensaje de la salvación inspirados por el Espíritu Santo." (CIC 76)

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Para que también las generaciones futuras pudieran ser enseñadas a observar todo lo que Jesús había ordenado, los apóstoles nombraron a obispos como sus sucesores, dejándoles su cargo en el magisterio (véase CIC 77). Esta transmisión viva, realizada en el Espíritu Santo, se llama Tradición. A través de esta Tradición, "la Iglesia con su enseñanza, su vida, su culto, conserva y transmite a todas las edades lo que es y lo que cree" (CIC 78). De este modo, por la acción del Espíritu Santo, la Revelación de Dios permanece presente y activa en la Iglesia. En las cartas de San Pablo encontramos varias referencias a esta tradición oral. Por ejemplo:

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Os alabo porque os acordáis en todo de mí y mantenéis las tradiciones como os las transmití. (1 Cor 11, 2)

 

   

La relación entre la Tradición y la Sagrada Escritura (CIC 80 – 83)

 

La Revelación plena de Dios, por tanto, tiene una fuente común —Jesucristo—, pero se nos transmite de dos modos distintos:

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La sagrada Escritura es la palabra de Dios, en cuanto escrita por inspiración del Espíritu Santo.

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La Tradición recibe la palabra de Dios, encomendada por Cristo y el Espíritu Santo a los Apóstoles, y la transmite íntegra a los sucesores; para que ellos, iluminados por el Espíritu de la verdad, la conserven, la expongan y la difundan fielmente en su predicación. (CIC 81)

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¿Por qué estas dos fuentes? La misma Biblia nos dice que no todo lo que Jesús dijo e hizo fue puesto por escrito.

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Muchas otras cosas hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que ni el mundo entero podría contener los libros que habría que escribir. (Jn 21, 25)

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Por lo tanto, necesitamos estudiar tanto la Escritura como la Tradición, y no sólo la Escritura, para descubrir lo que Jesús nos reveló. 

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El Magisterio (CIC 84 – 90)

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Posteriormente, los apóstoles confiaron la Revelación que recibieron —tanto de forma oral como escrita— a toda la Iglesia. Pero, ¿cómo podemos estar seguros de que las generaciones futuras entenderán e interpretarán correctamente la Revelación? Para evitar la posibilidad de empañar este sagrado depósito de la fe, Dios nos ha dado un tercer don, el Magisterio de la Iglesia.

 

En cuanto al Magisterio, vemos en la Biblia cómo Jesús confió su ministerio de enseñanza y compartió su autoridad con San Pedro y los demás apóstoles.

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"Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos." (Mt 28, 19–20)

 

"Quien a vosotros escucha, a mí me escucha; quien a vosotros rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado." (Lc 10, 16)

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"En verdad os digo que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en los cielos, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en los cielos." (Mt 18, 18)

 

También leemos cómo ellos, a su vez, hicieron lo mismo con sus sucesores. Por ejemplo, lo primero que hizo Pedro, después de que Jesús ascendiera al cielo, fue encontrar un sucesor de Judas.

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Uno de aquellos días, Pedro se puso en pie en medio de los hermanos (había reunidas unas ciento veinte personas) y dijo: "Hermanos, tenía que cumplirse lo que el Espíritu Santo, por boca de David, había predicho, en la Escritura, acerca de Judas, el que hizo de guía de los que arrestaron a Jesús, pues era de nuestro grupo y le cupo en suerte compartir este ministerio... Es necesario, por tanto, que uno de los que nos acompañaron todo el tiempo en que convivió con nosotros el Señor Jesús, comenzando en el bautismo de Juan hasta el día en que nos fue quitado y llevado al cielo, se asocie a nosotros como testigo de su resurrección." Propusieron dos: José, llamado Barsabá, de sobrenombre Justo, y Matías. Y rezando, dijeron: "Señor, tú que penetras el corazón de todos, muéstranos a cuál de los dos has elegido para que ocupe el puesto de este ministerio y apostolado, del que ha prevaricado Judas para marcharse a su propio puesto". Les repartieron suertes, le tocó a Matías, y lo asociaron a los once apóstoles. (Hch 1, 15–17. 21–26)

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Esta autoridad para interpretar la Palabra de Dios y enseñar a los fieles, por tanto, se ha transmitido de generación en generación por el sacramento de la ordenación y la imposición de manos. Ahora la tiene el Papa actual, como sucesor de Pedro, y los obispos en comunión con él.

 

"El oficio de interpretar auténticamente la palabra de Dios, oral o escrita, ha sido encomendado sólo al Magisterio vivo de la Iglesia, el cual lo ejercita en nombre de Jesucristo", es decir, a los obispos en comunión con el sucesor de Pedro, el obispo de Roma. (CIC 85)

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La relación entre la Escritura, la Tradición y el Magisterio


Dios nos ha dado tres dones que, juntos, garantizan que podamos conocer con confianza lo que Dios nos ha revelado. Los tres son necesarios para ello. La Tradición de la Iglesia transmite la totalidad de la Palabra de Dios. A través de esta Tradición, la Iglesia perpetúa y transmite todo lo que cree. La Escritura es la Palabra de Dios puesta por escrito. Aunque las Escrituras no contienen la totalidad de la Revelación de Dios, el hecho de que esté escrita le da una cierta objetividad y concreción de la que carece la sola Tradición. El Magisterio se encarga de que entendamos e interpretemos correctamente la Escritura y la Tradición. Los tres son, pues, igualmente importantes e indispensables. 

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Una simple imagen puede ayudarnos a comprender la relación entre la Escritura, la Tradición y el Magisterio. Juntos, forman un taburete de tres patas, que es estable y fiable y sobre el cual la Iglesia puede apoyarse, al igual que una persona puede sentarse en un taburete físico con tres patas robustas, capaces de soportar su peso.

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Sin embargo, si quitáramos alguna de las patas, el taburete se derrumbaría y la persona se caería. Del mismo modo, nuestra fe se derrumbaría si quitáramos alguna de las tres cosas que la sostienen. 

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Tareas

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  • Explica usando tus propias palabras como la Revelación de Jesus es transmitida a nosotros a través de las Sagradas Escrituras y la Santa Tradición.  

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  • Describe usando tus propias palabras la relación entre la Escritura, la Tradición y el Magisterio. 

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