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Segunda unidad

El Prólogo

Painting of Saint John writing his Gospel

Sumario

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Juan abre su Evangelio con un hermoso himno, llamado Prólogo. Lo utiliza para adentrarnos en su Evangelio, ofreciendo un resumen poético de su narrativa e introduciéndonos a los temas y términos más relevantes. Los estudiosos han sugerido diferentes formas de estructurar el Prólogo. Las dos propuestas que analizaremos son:

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A - La actividad del Verbo en la creación (1,1-5)

B - El testimonio de Juan sobre la luz (1,6-9)

C - La encarnación del Verbo (1,10-14)

B - El testimonio de Juan sobre la preeminencia del Verbo (1,15)

A' - La revelación final traída por Jesucristo (1,16-18)

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A - Imagen de Jesús como Palabra de Dios (1,1-2)

B - Jesús y la nueva creación (1,3-13)

B' - Jesús y el nuevo éxodo (1,14-17)

A' - Imagen de Jesús como Hijo en el regazo del Padre (1,18)

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Al principio y al final del prólogo, el evangelista utiliza dos imágenes para describir la relación entre Jesús y Dios. Él es Palabra de Dios e Hijo del Padre. Y en el cuerpo del prólogo utiliza imágenes tomadas de los relatos de la creación y del éxodo para expresar que en Jesús tienen lugar una nueva creación y un nuevo éxodo. 

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Objetivos de aprendizaje

 

Habrás completado con éxito esta unidad cuando puedas:

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  • Describir la estructura del prólogo.

  • Explicar el significado de las imágenes de Jesús como Palabra de Dios e Hijo del Padre. 

  • Mostrar cómo Juan ha utilizado imágenes tomadas de los relatos de la creación y del éxodo para decir que en Jesús se están produciendo una nueva creación y un nuevo éxodo.

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Introducción

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Juan abre su Evangelio con un hermoso himno, llamado Prólogo. Lo utiliza para adentrarnos en su Evangelio sobre Jesucristo mediante un resumen poético de su relato. También nos introduce a los temas principales que desarrollará más adelante. Por ejemplo:

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  • La preexistencia de Jesús

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En el principio existía el Verbo... Él estaba en el principio junto a Dios. (1,1-2)

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Y ahora, Padre, glorifícame junto a ti, con la gloria que yo tenía junto a ti antes que el mundo existiese. (17,5)​

 

  • La vida

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En él estaba la vida. (1,4)

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Porque, igual que el Padre tiene vida en sí mismo, así ha dado también al Hijo tener vida en sí mismo. (5,26)

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  • La luz

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Y la vida era la luz de los hombres. (1,4)

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«Yo soy la luz del mundo». (8,12)

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  • La luz contra las tinieblas

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Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió. (1,5)

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Este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz. (3,1)

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  • La luz que viene al mundo

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El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo. (1,9)

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Yo he venido al mundo como luz, y así, el que cree en mí no quedará en tinieblas. (12,46)

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  • Nacido de Dios

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Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre. Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne, | ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios. (1,12-13)

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Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu. (3,6)

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  • La verdad

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Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo. (1,17)

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«Yo soy el camino y la verdad y la vida». (14,6)

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  • Ver a Dios

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A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer. (1,18)

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No es que alguien haya visto al Padre, a no ser el que está junto a Dios: ese ha visto al Padre. (6,46)

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El Prólogo también nos introduce a la terminología de Juan. Muchos términos importantes que se encuentran en todo el Evangelio aparecen aquí por primera vez.

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Table of the frequency of important terms first introduced in the prologue

Pero el prólogo hace más que simplemente presentarnos estos importantes temas y términos. Es un recurso literario que Juan utiliza para empoderar a sus lectores y conducirlos suavemente hacia su conclusión: "para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre" (20:31). Lo hace dándonos, desde el principio, información importante sobre Jesús. Por ejemplo, nos dice que Jesús es el Verbo preexistente y encarnado por medio del cual todo ha sido hecho. Otros personajes en la narración (como los primeros discípulos, los enemigos de Jesús, Nicodemo y la samaritana) no están al tanto de esta información y, por ello, se empeñan por comprender quién es Jesús y lo qué dice y hace. La participación en la omnisciencia del narrador nos da la ventaja de poder interpretar la historia desde esta perspectiva.

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Los estudiosos debaten si el prólogo fue realmente escrito por Juan. Los que no lo creen afirman que, o bien adaptó un poema ya existente tomado de otra tradición religiosa, o que alguien lo incluyó posteriormente. Sin embargo, estas ideas no son más que especulaciones que no se pueden ni demostrar ni refutar. Además, la unidad temática con el resto del evangelio sugiere que fue escrito por el mismo autor, e incluso si Juan utilizó otro texto, lo reelaboró hasta tal punto que nos resulta imposible distinguir entre sus adaptaciones y el original.

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Si Juan ha utilizado fuentes en el prólogo, no podemos aislarlas, pues han sido tan minuciosamente reelaboradas y entrelazadas en un tejido o diseño nuevo que no hay uniones evidentes". (D. A. Carson, The Gospel According to John, Apollos, 1991, p.112 [traducción propria])

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La estructura del prólogo

 

Los estudiosos también discuten la forma en que se estructura el prólogo y han sugerido muchas propuestas diferentes. Las siguientes son dos que me parecen convincentes y útiles para entender el mensaje de Juan. Deberíamos considerarlas como complementarias y no contradictorias. Según Andreas Köstenberger, el Prólogo tiene la siguiente estructura quiastica (ver Andreas Köstenberger, Encountering John, Baker Academic, Grand Rapids, 2013, p. 44).

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A - La actividad del Verbo en la creación (1,1-5)

B - El testimonio de Juan sobre la luz (1,6-9)

C - La encarnación del Verbo (1,10-14)

B - El testimonio de Juan sobre la preeminencia del Verbo (1,15)

A' - La revelación final traída por Jesucristo (1,16-18)

 

Recuerda que, en un quiasmo, el texto está estructurado según el esquema A-B-C... C'-B'-A' que el autor utiliza para llamar nuestra atención a la idea principal que se encuentra en el centro. Esta estructura destaca la encarnación ("El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros") como idea clave.  

 

La siguiente propuesta es una versión simplificada ofrecida por el BibleProject en su vídeo John 1 – The Word Becomes Human.

 

A - Imagen de Jesús como Palabra de Dios (1,1-2)

B - Jesús y la nueva creación (1,3-13)

B' - Jesús y el nuevo éxodo (1,14-17)

A' - Imagen de Jesús como Hijo en el regazo del Padre (1,18)

 

El inicio y el final presentan dos imágenes diferentes que describen la relación de Jesús con su Padre: Jesús como Palabra y Jesús como Hijo. El cuerpo del prólogo puede dividirse en dos partes. En la primera, Juan presenta un resumen de la historia de Jesús utilizando imágenes y lenguaje tomados del relato de la creación en el Génesis. En la segunda, presenta otro resumen utilizando imágenes y lenguaje tomados del éxodo. Esto sugiere que la venida de Jesús ha traído consigo una nueva creación y un nuevo éxodo.

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La apertura y el cierre del prólogo

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Los versos que abren y cierran el prólogo revelan el genio literario y la profundidad teológica de Juan. Su belleza poética atrae al lector a la historia desde el inicio. En el griego original, la palabra que termina cada frase en 1,1 es repetida al principio de la siguiente frase. Este recurso poético se denomina paralelismo sintético y fue común en la antigua poesía hebrea. Desgraciadamente, las traducciones lo ocultan, ya que normalmente cambian el orden de las palabras para ajustarse mejor a nuestra sintaxis moderna. La siguiente es una traducción más literal que respeta el orden original de las palabras.

 

En el principio existía el Verbo,

y el Verbo estaba junto a Dios,

y Dios era el Verbo.

 

El lector atento debería notar también que en esta apertura encontramos un eco del comienzo del Génesis y del Evangelio de san Marcos.

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Al principio creó Dios el cielo y la tierra. (Gn 1,1)

 

Comienzo del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. (Mk 1,1)

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Esto no es una coincidencia. Juan nos está diciendo que la historia de Jesús no comenzó ni con su ministerio público en Galilea ni con la creación. Su comienzo se encuentra en la eternidad de Dios.

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Dos imágenes de Jesús

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Cuando los cristianos buscaron palabras para expresar su fe, optaron por utilizar palabras e imágenes comunes que provenían de su propia cultura, porque sería más fácil que la gente las entendiera y aceptara. El vocabulario teológico que utilizamos para expresar nuestra fe en la Trinidad -como sustancia, persona, relación e incluso la palabra Trinidad- se desarrolló siglos después, por lo que Juan no pudo utilizarlo. En su lugar, utilizó dos imágenes para ayudarnos a entender la relación de Jesús con su Padre: Verbo e Hijo.

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Jesús como la Palabra de Dios

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En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio junto a Dios. (1:1–2)

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Según la Real Academia Española, una palabra es una "unidad lingüística, dotada generalmente de significado, que se separa de las demás mediante pausas potenciales en la pronunciación y blancos en la escritura." Según esta definición, las palabras constan de dos elementos: un significado y los sonidos que simbolizan ese significado.

 

El significado o idea existe primero dentro de la cabeza de la persona, pero cuando la dice se "encarna" con sonido y sale de ella, convirtiéndose en una realidad separada. Así, una palabra es simultáneamente parte de la persona que la piensa (la idea en la mente) y distinta de ella (la palabra pronunciada que sale).

 

Con esta imagen, Juan nos dice que Jesús es a la vez uno con Dios (es decir, el Padre) y distinto de él. A continuación, subraya esta idea de forma poética:

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A - En el principio existía el Verbo,

B - y el Verbo estaba junto a Dios,

B - y Dios era el Verbo.

A' - Él estaba en el principio junto a Dios. 

 

Las frases externas describen la naturaleza eterna del Verbo (en el principio). Las frases internas expresan la identidad del Verbo: es uno con Dios (el Verbo era Dios). Pero como verbo hablado, también es distinto de Dios (el Verbo estaba junto a Dios). Dios y el Verbo son, al mismo tiempo, una y dos cosas distintas. La conclusión teológica que sacamos de esto es que Jesús no es un mero ser humano, es también una persona divina que existe desde toda la eternidad, y es a la vez uno con el Padre y distinto de él.

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Jesús como el Hijo de Dios
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A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer. (1,18)

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La Real Academia Española define la palabra "seno" o "regazo" como "cosa que recibe en sí a otra, dándole amparo, gozo o consuelo. Subraya la cercanía y la relación amorosa entre el Padre y el Hijo. Aunque Juan solo menciona esta relación una vez al final del Prólogo, desarrollará este tema a lo largo de su evangelio. Por ejemplo:

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  • "El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano" (3,35).

  • El Padre lo ha enviado (véase 5,23. 27).

  • Ha venido en nombre de su Padre (véase 5,43).

  • "Yo vivo por el Padre” (6,57).

  • "Nadie puede venir a mí si el Padre no se lo concede" (6,65).

  • "Mi doctrina no es mía, sino del que me ha enviado" (7,16).

  • "Yo y el Padre somos uno" (10,30).

  • "El Padre está en mí, y yo en el Padre" (10,38).

  • El Hijo glorifica el nombre del Padre (véase 12,28).

  • Jesús es el camino al Padre (véase 14,6).

  • Jesús regresará al Padre (véase 14,12).

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La palabra en la tradición bíblica

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Después del Prólogo, Juan no vuelve a mencionar a Jesús como la Palabra de Dios. Pero esto no significa que esta imagen no sea importante. Ahora veremos por qué la utilizó y trataremos de entender cómo la habrían entendido sus lectores. Juan utilizó el término "palabra" o logos en griego porque habría resonado tanto con sus lectores paganos como con los judeocristianos. Para estos últimos, el término formaba parte de su rica tradición bíblica.

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Dios había creado el mundo a través de su Palabra, como leemos en el Libro del Génesis:

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Dijo Dios: «Exista la luz». Y la luz existió. (Gn 1,3)

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Este relato de la creación repite la frase "Y dijo Dios" diez veces. Allí leemos cómo, durante los tres primeros días de la creación, Dios venció el caos original creando la forma o el entorno necesario para sustentar la vida y luego procedió a llenar esta forma, durante los tres días subsiguientes, con las criaturas que creó. Dios hizo todo esto a través de su Palabra, quien actuó como su agente.

 

Podemos encontrar otros lugares en la Biblia que también vinculan la Palabra de Dios con su creación. Por ejemplo:

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La palabra del Señor hizo el cielo; | el aliento de su boca, sus ejércitos. (Ps 33,6)

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Pero además de crear el mundo, Dios también hace otras cosas a través de su Palabra. Por ejemplo, salva a las personas en apuros.  

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 Pero gritaron al Señor en su angustia, | y los arrancó de la tribulación. Envió su palabra para curarlos, | para salvarlos de la perdición. (Ps 107,19–20)

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Y revela su voluntad. Cuando Dios se encontró con Moisés en el Monte Sinaí, leemos:

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El Señor pronunció estas palabras… (Ex 20,1)

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Lo que sigue es lo que llamamos los 10 mandamientos, pero que la Biblia llama las 10 palabras.

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Moisés... escribió en las tablas las palabras de la alianza, las Diez Palabras. (Ex 34,28)

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Los antiguos rabinos se fijaron en el paralelismo entre las 10 palabras pronunciadas por Dios en la creación y las 10 palabras pronunciadas por él en el Éxodo y llegaron a la conclusión de que la liberación de Israel de la esclavitud en Egipto no fue solo un acontecimiento sociopolítico, sino también una nueva creación espiritual. A través de ella, Israel se había convertido en pueblo elegido de Dios.

 

Así, vemos que Dios creó el mundo, reveló su ley y salvó a su pueblo por medio de su Palabra. Los últimos libros del Antiguo Testamento comienzan a personificar a la Palabra. Es decir, la describen como un sujeto personal, distinto de Dios y capaz de actuar por sí mismo.

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Cuando un silencio apacible lo envolvía todo | y la noche llegaba a la mitad de su carrera, tu palabra omnipotente se lanzó desde el cielo, desde el trono real, | cual guerrero implacable, sobre una tierra condenada al exterminio; | empuñaba la espada afilada de tu decreto irrevocable. (Sab 18,14–15)

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Le llegó a Isaías una palabra del Señor en estos términos. (Is 38,4)

 

Como bajan la lluvia y la nieve desde el cielo, | y no vuelven allá sino después de empapar la tierra, | de fecundarla y hacerla germinar, | para que dé semilla al sembrador | y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca: | no volverá a mí vacía, | sino que cumplirá mi deseo | y llevará a cabo mi encargo. (Is 55,10-11)

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En este último pasaje, podemos ver cómo la Palabra sale para conseguir algo, y una vez que lo ha conseguido, vuelve a Dios. Esto coincide con la descripción que hace Juan de la misión de Jesús. Fue enviado por el Padre para realizar su obra.

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Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. (3,17)

 

Jesús les dice: «Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y llevar a término su obra.» (4,34)

 

Yo te he glorificado sobre la tierra, he llevado a cabo la obra que me encomendaste. (17,4)

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Y una vez que lo consigue,

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Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo: «Está cumplido». E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu. (19,30)

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A continuación, regresa al Padre.

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En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aun mayores, porque yo me voy al Padre. (14,12)

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Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es mayor que yo. (14,28)

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La palabra en la filosofía griega


El término griego logos también fue muy utilizado por los filósofos del mundo griego antiguo. Heráclito (siglo VI a.C.) hablaba de él como guía y ordenador del universo. Los estoicos desarrollaron aún más esta doctrina. Para ellos, el logos era el principio racional por el que todo existía. Lo identificaban con Dios. Para Filón de Alejandría, un judío helenizado que vivió desde el año 20 a.C. hasta el 50 d.C. aproximadamente, el logos era un ser intermediario entre Dios y el mundo, al que llamó demiurgo.

 

Para este curso, no es necesario entender estas ideas filosóficas. Las menciono solo para destacar la importancia del término logos en el mundo pagano. Esto pudo haber influido en la decisión de Juan de utilizarlo para describir la relación de Jesús con Dios.

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Con esta información de fondo en mente, podemos ver que la decisión de Juan de usar la palabra logos es totalmente apropiada para su propósito. 

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En resumen, la "Palabra" de Dios en el Antiguo Testamento es su poderosa autoexpresión en la creación, la revelación y la salvación, y la personificación de esa "Palabra" hace que sea adecuado que Juan la aplique como título a la auto-revelación definitiva de Dios, la persona de su propio Hijo. Pero si bien la expresión resultaría más rica para los lectores judíos, también resonaría en las mentes de algunos lectores con antecedentes totalmente paganos. (D. A. Carson, The Gospel According to John, Apollos, 1991, p. 116 [traducción propia])

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El cuerpo del prólogo

 

Como hemos mencionado anteriormente, el cuerpo del prólogo puede dividirse en dos partes. Esta estructura se basa en las diferencias de imágenes y lenguaje que se encuentran en cada parte. La primera parte utiliza imágenes del relato de la creación en el Génesis para hablar de Jesús. La segunda parte hace lo mismo, pero con imágenes tomadas del Éxodo. Como veremos, cada una de estas partes puede dividirse a su vez en tres secciones.

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Jesús y la nueva creación

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Primera sección - Imágenes de la creación
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Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió. (1,3–5)

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Juan quiere mostrarnos que la venida de Jesús al mundo fue el comienzo de una nueva creación. Ya hemos visto cómo utiliza la frase "En el principio" y el término "Verbo" en los dos primeros versículos para vincular a Jesús con la creación original. Sin embargo, esto es sólo la punta del iceberg. En el resto del prólogo encontramos muchas más referencias a imágenes tomadas de la creación.

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En el tercer versículo, habla abiertamente del papel del Verbo en la creación: "Por medio de él se hizo todo". Y en los dos versos siguientes utiliza los términos "vida", "luz" y "tiniebla" y habla del conflicto entre la luz y la tiniebla. Todo ello está tomado del relato de la creación.

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La tierra estaba informe y vacía; la tiniebla cubría la superficie del abismo, mientras el espíritu de Dios se cernía sobre la faz de las aguas. Dijo Dios: «Exista la luz». Y la luz existió. Vio Dios que la luz era buena. Y separó Dios la luz de la tiniebla. Llamó Dios a la luz «día» y a la tiniebla llamó «noche». (Gn 1,2–5)

 

Dijo Dios: «Bullan las aguas de seres vivientes... Produzca la tierra seres vivientes». (Gn 1,20. 24)

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El uso de estas imágenes es intencionado. Al igual que el primer acto de la creación de Dios fue crear la luz, ahora Jesús ha venido a realizar una nueva creación como luz del mundo.

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Podemos sacar varias conclusiones importantes de esto. En primer lugar, la creación original estaba orientada a la venida de Jesús. Es decir, la creación de la materia, el espacio y el tiempo por parte de Dios no fue un hecho en sí mismo. Tampoco vino Jesús solo para salvar a un mundo caído. La creación y la encarnación están relacionadas. El propósito de Dios desde el principio fue hacernos hijos en Cristo. Pablo expresa esta idea más claramente en su Carta a los Efesios.

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Él nos eligió en Cristo antes de la fundación del mundo | para que fuésemos santos e intachables ante él por el amor. Él nos ha destinado por medio de Jesucristo, | según el beneplácito de su voluntad, | a ser sus hijos. (Ef 1,4–5)

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En segundo lugar, cuando Dios dio existencia a todas las cosas, lo hizo a través de su Palabra, que no era una simple fuerza impersonal utilizada por Dios. Su Palabra es una persona divina pero distinta del Padre. Y Jesús, como Palabra de Dios, participó activamente en la creación del mundo. Encontramos esta idea a lo largo del Nuevo Testamento.

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Él es imagen del Dios invisible, | primogénito de toda criatura; porque en él fueron creadas todas las cosas: | celestes y terrestres, | visibles e invisibles. | Tronos y Dominaciones, | Principados y Potestades; | todo fue creado por él y para él. (Col 1,15–16)

 

En muchas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a los padres por los profetas. En esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha realizado los siglos. (Heb 1:1–2)

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Tal vez no fue una coincidencia que Jesús fuera carpintero. Parece que disfrutaba construir cosas. 

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Segunda sección – Juan el Bautista

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Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: este venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz. (1,6–8)

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El evangelista nos presenta ahora a Juan el Bautista. Debía de tener buenas razones para hacerlo, porque no solo interrumpe su hilo de pensamiento, sino que lo subraya al cambiar de verso a prosa.

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El texto griego original también contiene muchas repeticiones. Leímos en el versículo 3 que todas las cosas di autou egeneto, es decir, que todas las cosas fueron hechas por medio del Verbo. Ahora, leemos que surgió (egeneto) un hombre enviado por Dios, que vino a dar testimonio para que todos creyeran por medio de él (di autou). El autor usa las mismas palabras para referirse tanto al Verbo como a Juan el Bautista.

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El evangelio también menciona por primera vez la idea de dar testimonio. Como vimos anteriormente, la palabra aparece 47 veces, por lo que debe ser importante para el autor. La palabra griega para dar testimonio es martureó, de la que procede la palabra "mártir". Juan el Bautista fue el primer mártir cristiano, y dio testimonio de Jesús para que creyéramos en él.

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El motivo de dar testimonio es importante a lo largo de toda la Biblia. En la Historia de la Salvación, incluso Dios recurre a testigos para validar su palabra: Abraham, Isaac, Jacob, Moisés, los profetas, etc. Ahora es Juan el Bautista quien da testimonio de la luz.

 

El evangelista insiste en que el Bautista da testimonio de la luz, pero que no es la luz misma. Juan el Bautista fue una figura sumamente popular en su tiempo porque fue el primer profeta desde hacía cientos de años y fue ampliamente aceptado como enviado por Dios. Como algunos pensaban que podía ser el Mesías, el evangelista tuvo que aclarar que no lo era. Era solo su precursor.           

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Tercera sección – La elección

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El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo. En el mundo estaba; | el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no lo conoció. Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron. Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre. Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne, | ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios. (1,9–13)

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A pesar del testimonio de Juan, muchos rechazaron la luz eligiendo permanecer en las tinieblas. Esto nos es posible porque Dios ha dado a todos el don de la libertad. No quiere obligarnos a creer en él. Pero los que sí creen en el nombre de Jesús y aceptan su luz son creados de nuevo como hijos de Dios.

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La Encarnación

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Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad. (1,14)

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Este verso está en el centro del prólogo y, por su estructura quística, podemos concluir que es la idea más importante. Juan está respondiendo a la herejía del docetismo. La palabra "docetismo" deriva del griego dokeÄ©n, que significa "parecer" y dókēsis, que significa "aparición" o "fantasma". Aunque esta herejía adoptó diferentes formas, lo que todas tienen en común es que niegan la verdadera humanidad de Jesús. Afirman que Jesús no fue humano porque careció de un cuerpo verdadero, es decir, solo parecía tener un cuerpo. Juan responde a esto afirmando claramente: el Verbo se hizo carne. Al hacerlo, estaba enfatizando el hecho de que Jesús tuvo un cuerpo físico verdadero, hecho de carne, y, por lo tanto, era plenamente humano.

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La palabra "encarnación" procede de la traducción latina de Juan 1,14: et Verbum caro factum est.

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Jesús y el nuevo éxodo

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Primera sección – Imágenes tomadas del Éxodo 

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A partir del versículo 14, Juan recuenta la historia de la venida de Jesús al mundo, esta vez utilizando imágenes tomadas del éxodo. La palabra griega skēnoō, traducida aquí como "habitó", significa en realidad "montó su tabernáculo (skēnē)" o "vivió en su tienda". Esta palabra debe recordarnos al tabernáculo que construyó Moisés (véase Éxodo capítulos 26, 36 y 40). Leemos que tan pronto como terminó de consagrarlo,

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La nube cubrió la Tienda del Encuentro y la gloria del Señor llenó la Morada. (Ex 40,34)

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Juan nos está diciendo que Jesús es el nuevo tabernáculo. Es decir, al igual que Dios había bajado del cielo para habitar en el tabernáculo original para poder permanecer entre su pueblo, ahora también ha bajado para habitar entre nosotros de una manera más personal, como el Verbo encarnado. Jesús es ahora el lugar de la presencia de Dios entre nosotros. Y al igual que los israelitas contemplaron la gloria del Señor en forma de la nube y el fuego sobre y en el tabernáculo:

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De día la nube del Señor se posaba sobre la Morada, y de noche el fuego, en todas sus etapas, a la vista de toda la casa de Israel. (Ex 40,38)

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Así también podemos contemplar la gloria de Dios en su Hijo Jesucristo. En el evangelio de Juan, Jesús revela su gloria a través de sus signos: "Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea; así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él" (2,11). La fe es necesaria para poder ver su gloria.

 

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Segunda sección - Juan el Bautista

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Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Este es de quien dije: el que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo». (1,15)

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Como antes, el evangelista interrumpe su relato sobre Jesús para contarnos cómo Juan el Bautista dio testimonio de él. Pero, una vez más, nos recuerda que no es el Mesías.

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Tercera sección – La elección

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Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo. (1:16–17)

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Así como Dios dio a los israelitas la ley -su Palabra- por medio de Moisés, nosotros hemos recibido ahora la plenitud de su don por medio de Jesucristo. La ley de Dios fue un gran regalo de amor. Les indicaba a los israelitas lo que Dios esperaba de ellos, pero no les capacitaba para vivirlo. La gracia de Dios, en cambio, es superior porque nos capacita para vivir según su voluntad. La gracia nos crea de nuevo, como hijos de Dios, capaces de participar en la vida divina. Así pues, Juan contrasta las dos y deja al lector elegir entre ellas.

 

Lo que Juan describe poéticamente en una frase, Pablo lo desarrolla más sistemáticamente.

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¿Empezamos otra vez a recomendarnos?, ¿o será que, como algunos, necesitamos presentaros o pediros cartas de recomendación? Vosotros sois nuestra carta, escrita en nuestros corazones, conocida y leída por todo el mundo. Es evidente que sois carta de Cristo, redactada por nuestro ministerio, escrita no con tinta, sino con el Espíritu de Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en las tablas de corazones de carne. Pero esta confianza la tenemos ante Dios por Cristo; no es que por nosotros mismos seamos capaces de atribuirnos nada como realización nuestra; nuestra capacidad nos viene de Dios, el cual nos capacitó para ser ministros de una alianza nueva: no de la letra, sino del Espíritu; pues la letra mata, mientras que el Espíritu da vida. Pues si el ministerio de la muerte, grabado en letras sobre piedra, se realizó con tanta gloria que los hijos de Israel no podían fijar la vista en el rostro de Moisés, por el resplandor de su cara, pese a ser un resplandor pasajero, ¡cuánto más glorioso no será el ministerio del Espíritu! Pues si el ministerio de la condena era glorioso, ¿no será mucho más glorioso el ministerio de la justicia? Más todavía, en este aspecto, lo que era glorioso ya no lo es, comparado con esta gloria sobreeminente. Y si lo que era pasajero tuvo su gloria, ¡cuánto más glorioso no será lo que permanece! Así pues, teniendo esta esperanza, procedemos con toda franqueza, y no como hizo Moisés, que se echaba un velo sobre la cara para evitar que los hijos de Israel contemplaran el fin de lo que era caduco. Pero tienen la mente embotada, pues hasta el día de hoy permanece aquel velo en la lectura del Antiguo Testamento, sin quitarse, porque se elimina en Cristo. Y hasta hoy, cada vez que se lee a Moisés, cae un velo sobre sus corazones; pero cuando se convierta al Señor, se quitará el velo. Ahora bien, el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, hay libertad. Mas todos nosotros, con la cara descubierta, reflejamos la gloria del Señor y nos vamos transformando en su imagen con resplandor creciente, por la acción del Espíritu del Señor. (2 Cor 3) 

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Ahora podemos conocer a Dios, recibir su gracia y contemplar su gloria. Esto es posible gracias a que alguien que estuvo con Dios y lo ha visto se ha encarnado y ha venido a nosotros para revelarnoslo. Juan ha necesitado 17 versículos para llegar al momento en que finalmente revela su nombre. Esta persona, Jesucristo, es el Verbo de Dios encarnado por el que recibimos la gracia de ser creados de nuevo y convertirnos en hijos de Dios. Así como Juan da testimonio de Jesús, también Jesucristo da testimonio de Dios.

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Tareas

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  • Describe la estructura del Prólogo.

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  • Explica el significado de las imágenes de Jesús como Palabra de Dios e Hijo de Dios. 

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  • Muestra cómo Juan utilizó imágenes tomadas de los relatos de la creación y del éxodo para decir que en Jesús tenemos una nueva creación y un nuevo éxodo.

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