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Los discursos de Jesús

Ver y oír

Photo of women covering their eyes, ears and mouth

(Imagen: SilviaP_Design en Pixabay )

Sumario

 

En esta unidad estudiaremos el tema de mirar pero no ver, oír pero no entender que Marcos utiliza como un leitmotiv a lo largo de su evangelio. Cuando le preguntan a Jesús por el sentido de sus parábolas, él responde: "A vosotros se os ha dado el misterio del reino de Dios; en cambio a los de fuera todo se les presenta en parábolas, para que 'por más que miren, no vean, por más que oigan, no entiendan, no sea que se conviertan y sean perdonados'" (Mc 4, 11-12). Esta respuesta es difícil de entender, pues da la impresión de que Jesús no quiere que la gente se salve. Sin embargo, está citando un pasaje de Isaías, así que para entenderlo tenemos que analizar este otro pasaje del Antiguo Testamento.

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Tanto para Marcos como para Isaías, no solo están ciegos y sordos los enemigos de Jesús, sino también sus apóstoles. Sin embargo, somos curados por su cruz.

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Objetivos de aprendizaje

 

Habrás completado con éxito esta unidad de aprendizaje cuando puedas:

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  • Explicar cómo la respuesta de Jesús en Mc 4, 10-12 no contradice el hecho de que Dios quiere que todas las personas se salven.

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  • Explicar cómo el ver y el oír son un leitmotiv a lo largo del evangelio.

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Ver pero no percibir

 

Cuando estudiamos las estructuras de Marcos, vimos cómo intercala otra historia entre la parábola del sembrador y su interpretación para formar un "sándwich marcano". Este es el contenido del relato B:

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Cuando se quedó a solas, los que lo rodeaban y los Doce le preguntaban el sentido de las parábolas. Él les dijo: "A vosotros se os ha dado el misterio del reino de Dios; en cambio a los de fuera todo se les presenta en parábolas, para que 'por más que miren, no vean, por más que oigan, no entiendan, no sea que se conviertan y sean perdonados'". (Mc 4, 10-12)

 

La cantidad de literatura que se ha publicado sobre este pasaje es desproporcionada en relación a su tamaño. Esto se debe a que los eruditos no se ponen de acuerdo en cómo interpretarlo, ya que parece que Jesús no quiere que los que estén fuera del grupo de sus discípulos cercanos le entienden, se convierten y sean perdonados. Algunos incluso piensan que la expresión "para que" es una constatación causal; es decir, que enseñó en parábolas con el fin de endurecer los corazones de sus adversarios. Sin embargo, esto no puede ser cierto ya que contradice otras enseñanzas del Nuevo Testamento. Por ejemplo, Jesús nos dice en el Evangelio según san Juan que:

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Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. (Jn 3, 16-17)

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Y Pablo afirma que Dios "quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad" (1 Tim 2, 4). Entonces, Jesús no pudo haber enseñado en parábolas para evitar que las personas se convirtieran y se salvaran. ¿Qué pudo haber querido decir? El pasaje es muy enigmático. No hay respuestas fáciles, pero las siguientes ideas pueden ayudarnos a entenderlo mejor.

 

En primer lugar, la expresión "para que" del versículo 12 debe tomarse como una forma abreviada de la frase "para que se cumpla esta afirmación del Antiguo Testamento". Marcos la usa para introducir la cita de Isaías 6. Por tanto, la afirmación no es algo original a Jesús, sino que proviene del Antiguo Testamento. Por eso, para entenderla, hay que fijarse en su contexto y significado originales.

 

 

Isaías 

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El capítulo 6 de Isaías nos relata la historia vocacional del profeta. Deberías leer todo el capítulo por tu cuenta, ya que solo veremos algunas partes de este.

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Él me dijo: "Ve y di a esta gente: 'Por más que escuchéis no entenderéis, por más que miréis, no comprenderéis'. Embota el corazón de esta gente, endurece su oído, ciega sus ojos: que sus ojos no vean, que sus oídos no oigan, que su corazón no entienda, que no se convierta y sane". (Is 6, 9-10)

 

Dios envía a Isaías para endurecer los oídos del pueblo y cerrar sus ojos para que no entienda, se convierta y sane. Esto nos lleva de nuevo a nuestra pregunta original. ¿Por qué querría Dios, aparentemente, que algunas personas no fueran sanadas? Cuando continuamos leyendo este capítulo, vemos que el profeta pregunta: "¿Hasta cuándo, Señor?" (Is 6, 11a). Dios le responde:

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"Hasta que las ciudades queden devastadas y despobladas, las casas sin gente, los campos yermos. Porque el Señor alejará a los hombres, y crecerá el abandono en el país.Y si aún quedara una décima parte, también sería exterminada. Como una encina o un roble que, al talarlos, solo dejan un tocón. Ese tocón será semilla santa". (Is 6, 11-13)

 

Esta respuesta también es misteriosa y difícil de comprender, pero el hecho de que comience con la palabra "hasta" sugiere que esta situación solo será temporal. El texto habla de la destrucción de Jerusalén y del exilio en Babilonia. Su contexto nos permite establecer algunos paralelos interesantes. Cuando Isaías tuvo esta visión, esperaba morir porque había entrado en la presencia de Dios a pesar de ser un hombre pecador.

 

"¡Ay de mí, estoy perdido! Yo, hombre de labios impuros, que habito en medio de gente de labios impuros, he visto con mis ojos al Rey, Señor del universo". (Is 6, 5)

 

Sin embargo, Dios lo purificó de su pecado quemando sus labios (la parte específica de su cuerpo que Isaías dijo que era impura) con una brasa ardiente.

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Uno de los seres de fuego voló hacia mí con un ascua en la mano, que había tomado del altar con unas tenazas; la aplicó a mi boca y me dijo: "Al tocar esto tus labios, ha desaparecido tu culpa, está perdonado tu pecado". (Is 6, 6-7)

 

De alguna manera, el dolor ardiente que esto debió haberle causado lo purificó de su pecado.

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Asimismo, cuando el pueblo rompió la alianza al pecar contra Dios, el Señor lo castigó destruyendo Jerusalén y enviándolo al exilio. Una vez más, vemos cómo el sufrimiento se convierte en un medio de purificación. Dios compara el exilio con la tala de un árbol. Aunque el árbol fue cortado, Dios nos dice que su tronco es una semilla santa; es decir, que volverá a la vida y se convertirá de nuevo en otro árbol. Esto ocurrió 70 años después, cuando los judíos regresaron del exilio. La destrucción y la muerte que sufrieron se convirtieron en la semilla de una nueva vida. 

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Si Dios utilizó el tronco del árbol como una imagen del exilio (la destrucción y el retorno de Judá), éste, a su vez, es una imagen de la muerte y resurrección de Jesús. Jesús asumió nuestro sufrimiento y nuestra muerte. Al igual que la brasa incandescente con Isaías y el exilio con Judá, la cruz nos purifica de nuestros pecados para que podamos resucitar a una nueva vida. 

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Cómo y por qué esto funciona sigue siendo un misterio, pero podemos descubrir un patrón en estos tres ejemplos. Dios reacciona ante nuestro pecado purificándolo mediante el sufrimiento. Puede que esta no sea la respuesta que esperamos, pero nos ayuda a poner todo en contexto. El castigo de Dios es doloroso, sí, pero su propósito es limpiarnos de nuestros pecados, no destruirnos. 

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La ceguera de Israel

 

Si lees Isaías, verás que el tema de la ceguera aparece a lo largo de todo el libro. Muchos de sus capítulos lo mencionan de alguna manera u otra. Por ejemplo, los líderes de Israel están ciegos:

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Bestias del campo, venid a comer, | bestias todas de la selva. Los guardianes están ciegos, | no se dan cuenta de nada: | perros mudos, incapaces de ladrar, | vigías perezosos con ganas de dormir, perros voraces que no se sacian. | ¡Y ellos son los pastores, | que no comprenden nada! | Cada cual va por su camino, | cada uno a su ganancia. (Is 56, 9-12)

 

Pero también lo está el pueblo:

 

Por eso está lejos de nosotros el derecho | y la justicia no nos alcanza; | esperamos la luz, llega la oscuridad; | esperamos claridad y marchamos en tinieblas. Tentamos el muro como ciegos, | como gente sin vista, | tropezamos en pleno día como al anochecer, | en medio de los sanos estamos como muertos. Gruñimos como osos... (Is 59, 9-11)

 

 

El rey justo

 

Sin embargo, Isaías también nos dice que esta ceguera llegará a su fin gracias a un rey justo que vendrá a quitarla. Entonces, los ciegos verán, los sordos oirán y los mudos hablarán. 

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He aquí que reinará un rey con justicia | y sus oficiales gobernarán según derecho. Serán abrigo contra el viento, | reparo en la tormenta, | cauces de agua en sequedal, | sombra de roca maciza en tierra reseca. Los ojos de los videntes ya no estarán cerrados, | prestarán atención los oídos de los que oyen; los corazones agitados aprenderán discreción, | la lengua tartamuda hablará con soltura y claridad. (Is 32, 1-4)

 

Por supuesto, está hablando de Jesús. De hecho, en otro pasaje, Isaías dice que es Dios quien vendrá a salvarnos.

 

Decid a los inquietos: | «Sed fuertes, no temáis. | ¡He aquí vuestro Dios! Llega el desquite, | la retribución de Dios. | Viene en persona y os salvará». Entonces se despegarán los ojos de los ciegos, | los oídos de los sordos se abrirán; entonces saltará el cojo como un ciervo | y cantará la lengua del mudo, | porque han brotado aguas en el desierto | y corrientes en la estepa. (Is 35, 4-6)

 

Conduciré a los ciegos | por el camino que no conocen, | los guiaré por senderos que ignoran; | ante ellos convertiré la tiniebla en luz, | lo escabroso en llano. | Esto es lo que haré | y no los abandonaré. (Is 42:16)

 

 

De la ceguera a la vista

 

Como puedes ver, Isaías tiene mucho que decir sobre nuestra ceguera y sordera espirituales. Volviendo a Marcos, vemos que toma este tema y lo utiliza como un leitmotiv a lo largo de su evangelio. Todo se puede entender como una muestra de cómo Jesús nos lleva por el camino de la ceguera a la vista. Por eso son tan importantes las curaciones milagrosas de los dos hombres ciegos (véase Mc 8, 22-26 y Mc 10, 46-52) y del sordo (véase Mc 8, 21-37).

 

Para Marcos, no solo los enemigos de Jesús están ciegos y sordos, pues los apóstoles, los del círculo íntimo de Jesús, también lo están.  

 

A los discípulos se les olvidó tomar pan y no tenían más que un pan en la barca. Y él les ordenaba diciendo: "Estad atentos, evitad la levadura de los fariseos y de Herodes". Y discutían entre ellos sobre el hecho de que no tenían panes. Dándose cuenta, les dijo Jesús: "¿Por qué andáis discutiendo que no tenéis pan? ¿Aún no entendéis ni comprendéis? ¿Tenéis el corazón embotado? ¿Tenéis ojos y no veis, tenéis oídos y no oís? ¿No recordáis cuántos cestos de sobras recogisteis cuando repartí cinco panes entre cinco mil?". Ellos contestaron: "Doce". "¿Y cuántas canastas de sobras recogisteis cuando repartí siete entre cuatro mil?". Le respondieron: "Siete". Él les dijo: "¿Y no acabáis de comprender?". (Mc 8, 14-21)

 

Tomado en su sentido literal, un apóstol es un emisario o mensajero que es enviado para transmitir un mensaje. Isaías ya había hablado de su ceguera:

 

"¡Sordos, escuchad; ciegos, mirad y ved! ¿Quién está ciego, sino mi siervo, | quién es sordo como el mensajero que envío?". | ¿Quién es tan ciego como aquel que ha sido castigado, | tan ciego como el siervo del Señor? Has visto mucho y no has observado nada, | has abierto los oídos, pero no has escuchado. (Is 42, 18-20)

 

Así pues, no solo los enemigos de Jesús están ciegos, sino también sus apóstoles. Sin embargo, no debemos ser demasiado duros con ellos. ¡Cuántas veces estamos igual de ciegos! Jesús ha venido para salvarnos a todos y para curar nuestra ceguera. Recuerda lo que dijimos sobre la curación milagrosa del ciego de Betsaida. Su sanación física es una imagen de nuestra sanación espiritual. Al igual que se produjo por etapas, también será así para la nuestra.

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La muerte de Jesús en la cruz es la luz que nos hace ver realmente.

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Al llegar la hora sexta toda la región quedó en tinieblas hasta la hora nona. Y a la hora nona, Jesús clamó con voz potente: Eloí Eloí, lemá sabaqtaní (que significa: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?"). Algunos de los presentes, al oírlo, decían: "Mira, llama a Elías". Y uno echó a correr y, empapando una esponja en vinagre, la sujetó a una caña, y le daba de beber diciendo: "Dejad, a ver si viene Elías a bajarlo". Y Jesús, dando un fuerte grito, expiró. El velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. El centurión, que estaba enfrente, al ver cómo había expirado, dijo: "Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios". (Mc 15, 33-39)

 

¿Te diste cuenta? Cuando Jesús grita, "algunos de los presentes, al oírlo, decían: 'Mira, llama a Elías'... 'a ver si viene Elías a bajarlo'". Vieron pero no percibieron; oyeron pero no entendieron. Pero cuando "el centurión, que estaba enfrente, al ver cómo había expirado, dijo: 'Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios'". El centurión vio, comprendió y creyó. ¡Ya no estaba ciego!

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Tareas

 

  • Identifica al menos cinco pasajes de Isaías que hablen de oír pero no entender, de ver pero no percibir. Explica cómo estos textos pueden ayudarnos a entender la afirmación de Jesús en Mc 4, 10-12.

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  • Repasa el Evangelio y enumera todos los pasajes que encuentres relacionados con este leitmotiv de ver pero no percibir, oír pero no entender.

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