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Los temas principales

La identidad de Jesús

Close-up photograph of the Christ the Redeemer statue in Rio de Janeiro

Sumario

 


En esta unidad estudiaremos cómo Marcos desarrolla su tema principal: la identidad de Jesús. A lo largo del evangelio, aquellos que se encuentran con Jesús se asombran y se preguntan quién podría ser. Esto nos lleva a plantearnos la misma pregunta. Sin embargo, Marcos no nos proporciona la respuesta de forma directa. En cambio, toda la obra es su respuesta. El evangelio revela gradualmente quién es Jesús al describir sus hechos y palabras. Los milagros y las enseñanzas de Jesús en la primera parte revelan que él es Dios. Sus acciones proféticas y sus enseñanzas en la segunda parte revelan que ha venido como rey para juzgar a Israel y a su templo. Sin embargo, el evangelio también nos muestra su lado humano. 

 

 

Objetivos de aprendizaje


Habrás completado con éxito esta unidad de aprendizaje cuando puedas:

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  • Explicar por qué la identidad de Jesús es el tema principal del evangelio. 

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  • Explicar cómo el evangelio nos muestra que Jesús era plenamente humano. 

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  • Explicar cómo el evangelio revela gradualmente la divinidad de Jesús.

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  • Explicar cómo el evangelio revela que Jesús ha venido como rey y juez.  

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"¿Pero quién es éste?"

 

¿Quién es Jesús? Es evidente que éste fue un tema importante para Marcos porque a menudo nos muestra las reacciones de la gente hacia él. Por supuesto, Marcos sabe quién es, pero vemos cómo otros se sienten desafiados por sus enseñanzas y acciones. Quien entra en contacto con él se esfuerza por capatar su identidad. Esto también es cierto para nosotros hoy. También nos preguntamos: "¿Quién es?".

 

Por ejemplo, los habitantes de Cafarnaúm, que presencian cómo Jesús expulsa un demonio en la sinagoga, se preguntan: "¿Qué es esto? Una enseñanza nueva expuesta con autoridad. Incluso manda a los espíritus inmundos y lo obedecen" (1, 27). Cuando Jesús sana a un paralítico perdonándole sus pecados, los escribas pensaban para sus adentros: "¿Por qué habla este así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados, sino solo uno, Dios?" (2, 7). Después de que Jesús llama a Leví, el recaudador de impuestos, para que le siga, los fariseos le preguntan: "¿Por qué come con publicanos y pecadores?" (2, 16).

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Cuando regresa a su ciudad natal, la multitud se pregunta: "¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada? ¿Y esos milagros que realizan sus manos? ¿No es este el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón?" (6, 2-3). Y cuando Herodes se entera de que algunos decían que Jesús era Elías o uno de los profetas, responde afirmando que Jesús es Juan, a quien había decapitado (6, 16).

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Incluso los apóstoles, los más cercanos a Jesús, luchan con esto. Después de que los salva calmando la tormenta, se preguntan: "¿Pero quién es este? ¡Hasta el viento y el mar lo obedecen!" (4, 41b). Y cuando lo ven caminando sobre el mar, "pensaron que era un fantasma y dieron un grito, porque todos lo vieron y se asustaron" (6, 49).

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Cuando Jesús y los apóstoles se dirigen a las aldeas de Cesarea de Filipo, les obliga a responder preguntándoles directamente: "¿Quién dice la gente que soy yo?" (8, 27). Ellos responden que algunos dicen que es Juan el Bautista, Elías o alguno de los otros profetas. Entonces él les pregunta: "Y vosotros, ¿quién decís que soy?" (8, 29). Pedro responde: "Tú eres el Mesías" (8, 30).

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Esto marca un hito en el evangelio. A partir de ahora, el tono y el tema cambiarán. La cuestión de la identidad de Jesús no volverá a surgir hasta que estén en Jerusalén. Después de la purificación del templo, los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos le preguntarán: "¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad para hacer esto?" (11, 28). Finalmente, volverá a surgir durante su juicio. Primero el sumo sacerdote le preguntará: "¿Eres tú el Mesías, el Hijo del Bendito?" (14, 61); y luego Pilato: "¿Eres tú el rey de los judíos?" (15, 2).

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En fin, cualquiera que se encuentra con Jesús no puede dejar de preguntarse sobre esto. Pero Marcos no nos da una respuesta de forma inmediata, y lo hace a propósito, para invitarnos a nosotros, sus lectores, a reflexionar también sobre ello. La identidad de Jesús es el tema principal de su relato. ¿Quién es Jesús? Como cristianos, sabemos la respuesta. Él es Dios manifestado en la carne. Pero no basta con saberlo. También debemos ser capaces de explicarlo, para nosotros mismos y para los demás. Para ello, es importante saber lo que Marcos dice sobre Jesús.

 

 

Jesús es plenamente humano

 

Aunque el propósito de Marcos al escribir su evangelio era mostrarnos que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, no elude mostrarnos también su lado humano. Ya vimos cómo presenta un día típico en la vida de Jesús cuando estudiamos el primer capítulo. Humanamente hablando, llevaba una vida equilibrada con tiempo para la oración, el trabajo, el descanso, la familia y los amigos. Vimos cómo Jesús era una persona muy activa, siempre en marcha, haciendo cosas. También podemos percibir su humanidad a través de los ojos de sus familiares y vecinos.

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Saliendo de allí se dirigió a su ciudad y lo seguían sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada: "¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada? ¿Y esos milagros que realizan sus manos? ¿No es este el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?". Y se escandalizaban a cuenta de él. Les decía: "No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa". No pudo hacer allí ningún milagro, solo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se admiraba de su falta de fe. (Mc 6, 1-6)

 

Les costaba creer en Jesús porque lo habían visto crecer. Conocían a sus padres, lo habían visto ensuciar sus pañales, sangrar cuando se caía y llorar cuando tenía hambre. En ningún momento habían sospechado que fuera algo más que un ser humano normal.

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Marcos tampoco duda en mostrarnos cómo Jesús tenía emociones humanas muy normales. 

 

  • Tuvo compasión con el leproso (1, 41).

  • Sintió ira y dolor ante la dureza de corazón de la gente (3, 5).

  • Estaba tan cansado que durmió en la popa de una barca en medio de una tormenta (4, 38).

  • Se asombró de la incredulidad de la gente (6, 6).

  • Se compadeció de la multitud "porque andaban como ovejas que no tienen pastor" (6, 34)

  • "Dio un profundo suspiro" cuando los fariseos discutieron con él y le pidieron una señal (8, 12).

  • Se enfadó con los apóstoles cuando no dejaron que la gente le llevara a sus hijos (10, 14).

  • Miró con amor al hombre rico (10, 21).

  • Sintió espanto y angustia y su alma estaba muy triste en Getsemaní (14, 33-34).

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Aunque Marcos llama a Jesús Mesías e Hijo de Dios y otros se dirigen a él como maestro, rabino, Señor e hijo de David, vemos que Jesús se refería a sí mismo sobre todo como el "Hijo del hombre".

 

  • "Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados..." (2, 10).

  • "Y les decía: 'El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado; así que el Hijo del hombre es señor también del sábado'" (2, 27-28).

  • "Y empezó a instruirlos: 'El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser reprobado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días'" (8, 31).

  • "Quien se avergüence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga con la gloria de su Padre entre sus santos ángeles" (8, 38).

  • "Cuando bajaban del monte, les ordenó que no contasen a nadie lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos" (9, 9).

  • "Les contestó él: 'Elías vendrá primero y lo renovará todo. Ahora, ¿por qué está escrito que el Hijo del hombre tiene que padecer mucho y ser despreciado?'" (9, 12).

  • "Les decía: 'El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres y lo matarán'" (9, 31).

  • "Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas" (10, 33).

  • "Porque el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por muchos" (10, 45).

  • "Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y gloria" (13, 26).

  • "El Hijo del hombre se va, como está escrito; pero, ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del hombre será entregado!'" (14, 21).

  • "Ha llegado la hora; mirad que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores" (14, 41).

  • "Jesús contestó: 'Yo soy. Y veréis al Hijo del hombre sentado a la derecha del Poder y que viene entre las nubes del cielo'" (14, 62).

 

Solo Jesús se llama a sí mismo de esta manera. El significado de este término es objeto de debate entre los estudiosos. Algunos afirman que expresa su humanidad en el sentido de que significa que nació de una madre humana. Otros dicen que se refiere al título mesiánico dado en Dn 7, 13:

 

Seguí mirando. Y en mi visión nocturna | vi venir una especie de hijo de hombre entre las nubes del cielo. | Avanzó hacia el anciano y llegó hasta su presencia. 

 

El contexto de esta profecía implica que este hijo del hombre es algo más que un simple ser humano. Una tercera opinión es que

era solo una expresión idiomática que las personas usaban para designarse a sí mismas, igual que la expresión "un servidor" que usamos hoy en día. Por tanto, no dice nada sobre su naturaleza humana. 

 

El evangelio también presenta a Jesús de una manera muy carnal: No teme mezclarse con la gente común (6, 24); bebe y cena en banquetes con pecadores (2, 15-18); y lo encontramos físicamente cerca de los demás. Por ejemplo, sana a las personas de manera física, utilizando su cuerpo, a menudo tocándolas: la suegra de Pedro (1, 31), el leproso (1, 41) y la hija de Jairo (5, 41). En un milagro, incluso curó a un hombre sordo que apenas podía hablar, metiéndole el dedo en la oreja, escupiendo y tocándole la lengua (7, 31-37). También sanó a un ciego escupiendo sobre sus ojos e imponiéndole las manos (8, 22-26). Es importante señalar que estos dos milagros solo se encuentran en este evangelio. Todas estas cosas ponen de manifiesto la humanidad de Jesús. 

 

 

Jesús es plenamente divino

Los milagros de Jesús

 

Juan nos dice en su evangelio que "Si se escribieran una por una [los milagros de Jesús], pienso que ni el mundo entero podría contener los libros que habría que escribir" (Jn 21, 25). Así pues, sabemos que Jesús realizó muchos más milagros de los que Marcos nos proporciona. Sin embargo, aunque es cierto que sentía compasión por la gente, no vino para sanar a todos los enfermos de Israel. Todavía quedaban muchos en Jerusalén después de su ascensión. Vino, en cambio, para salvarnos de nuestros pecados.

 

En el evangelio, los milagros de Jesús cumplen una función pedagógica, ya que Marcos los utiliza para mostrarnos que Jesús es Dios. Aunque no va por ahí gritando "Yo soy Dios", cuando estudiamos sus milagros a la luz del Antiguo Testamento, queda claro que revelan su identidad divina. Al menos, ésta parece ser la intención de Marcos. Por ejemplo, en el segundo capítulo, Jesús sana a un paralítico, pero antes le dice que sus pecados le están perdonados.

 

Viendo Jesús la fe que tenían, le dice al paralítico: "Hijo, tus pecados te son perdonados". (Mc 2, 5)

 

Al hacerlo, Jesús estaba declarando ser Dios. ¿Cómo? Porque, en el Antiguo Testamento, es Dios quien perdona los pecados.

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Bendice, alma mía, al Señor, | y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, | y no olvides sus beneficios.Él perdona todas tus culpas | y cura todas tus enfermedades. (Sal 103, 1-3)

 

Dichoso el que está absuelto de su culpa, | a quien le han sepultado su pecado; dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito. (Sal 32, 1-2)

 

Venid entonces, y discutiremos | —dice el Señor—. | Aunque vuestros pecados sean como escarlata, | quedarán blancos como nieve; | aunque sean rojos como la púrpura, | quedarán como lana.Ven ahora, razonemos juntos. (Is 1, 18)

 

Puede ser que esto no nos parezca tan evidente, pero fíjate en cómo reaccionan los escribas.

 

Unos escribas, que estaban allí sentados, pensaban para sus adentros: "¿Por qué habla este así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados, sino solo uno, Dios?". (Mc 2, 6-7)

 

Eran eruditos que estudiaban y enseñaban la ley bíblica. Como conocían tan bien al Antiguo Testamento, interpretaron así las palabras de Jesús. 

 

Ya vimos, al estudiar el primer capítulo, cómo la curación del leproso por parte de Jesús reveló que era Dios; y al estudiar las estructuras del evangelio, cómo Marcos agrupó cuatro milagros para mostrarnos que el poder de Jesús no tenía límites.

 

 

Las enseñanzas de Jesús

 

Las personas respondieron de manera diferente a estos milagros. La gente sencilla se asombraba y alababa a Dios. Desgraciadamente, los escribas y los fariseos reaccionaron de manera menos favorable. Eran instruidos y conocían bien al Antiguo Testamento, por lo que empezaron a atar cabos y a entender que Jesús estaba revelando ser Dios. 

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Sus milagros, por lo tanto, dieron lugar a una serie de enfrentamientos. Durante estas disputas, Jesús muestra su gran sabiduría por lo que dice. No solo derrota a sus oponentes, sino que sus palabras confirman su divinidad al explicar el sentido de sus acciones.

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Cuando Jesús les oye quejarse de que come con pecadores, les responde: "No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores" (Mc 2,17). Con esta respuesta está insinuando ser médico. En el Antiguo Testamento, Dios es nuestro médico.

 

Envió su palabra para curarlos, | para salvarlos de la perdición. (Sal 107, 20)

 

Vamos, volvamos al Señor. | Porque él ha desgarrado, | y él nos curará; | él nos ha golpeado, | y él nos vendará. (Os 6, 1)

 

Por lo tanto, una vez más, Jesús está afirmando indirectamente ser Dios. Cuando los fariseos se quejan de que sus discípulos no ayunan, él responde alegando ser el esposo:

 

"¿Es que pueden ayunar los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? Mientras el esposo está con ellos, no pueden ayunar". (Mc 2, 19)

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Mientras que en el Antiguo Testamento, es Dios quien es nuestro esposo.

 

Quien te desposa es tu Hacedor: | su nombre es Señor todopoderoso. (Is 54, 5)

 

Como un joven se desposa con una doncella, | así te desposan tus constructores. | Como se regocija el marido con su esposa, | se regocija tu Dios contigo. (Is 62, 5)

 

Cuando acusan a Jesús y a sus discípulos de quebrantar el sábado, Jesús responde diciendo que él es el señor del sábado.

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"El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado; así que el Hijo del hombre es señor también del sábado". (Mc 2, 27-28)

 

Sin embargo, como Dios estableció el sábado, él es su señor. 

 

Recuerda el día del sábado para santificarlo. Durante seis días trabajarás y harás todas tus tareas, pero el día séptimo es día de descanso, consagrado al Señor, tu Dios... Porque en seis días hizo el Señor el cielo, la tierra, el mar y lo que hay en ellos; y el séptimo día descansó. Por eso bendijo el Señor el sábado y lo santificó. (Ex 20, 8-11)

 

Así que, en conclusión, Jesús no declara su identidad divina de manera directa. No va por ahí gritando: "Yo soy Dios". Pero a través de sus hechos y de sus palabras, revela gradualmente, de forma velada, que realmente es Dios. 

 

 

La identidad mesiánica de Jesús como rey y juez

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Jesús no solo es Dios con nosotros, sino que también ha venido como rey para juzgar a Israel y al templo. 

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Las acciones proféticas de Jesús

 

Marcos sigue en la segunda parte de su evangelio un patrón parecido a lo que vimos anteriormente. Una vez que Jesús llega a Jerusalén, realiza varias acciones proféticas:

 

  • Entra en Jerusalén montado sobre un burro

  • Maldice una higuera

  • Purifica el templo

 

Al hacer estas cosas, estaba imitando a los profetas del Antiguo Testamento que también hicieron cosas aparentemente extrañas. Por ejemplo:

 

  • Isaías se despojó de toda su ropa y se paseó desnudo (véase Is 20).

  • Jeremías escondió su ropa interior en una roca, solo para recuperarla después de muchos días (véase Jer 13).

  • Oseas se casó con una prostituta y llamó a su hija Loruhama, que significa "no amada" (véase Os 1).

  • Ezequiel se afeitó la barba con una espada y dividió los pelos en tres partes. Quemó un tercio, esparció otro tercio por toda la ciudad y arrojó el tercio restante al viento (véase Ez 5).

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Estos son sólo cuatro ejemplos de acciones simbólicas realizadas por los profetas, pero podríamos dar muchos más. Jesús, como ellos, hizo cosas extrañas para transmitir un mensaje. Estaba revelando su identidad mesiánica como rey y juez. Cuando comparamos su entrada en Jerusalén con pasajes del Antiguo Testamento, como Zac 9, 9, vemos que entra en la ciudad como su rey.

 

¡Salta de gozo, Sión; | alégrate, Jerusalén! | Mira que viene tu rey, | justo y triunfador, | pobre y montado en un borrico, | en un pollino de asna. 

 

O Salmo 118, 24-27:

 

Este es el día que hizo el Señor: | sea nuestra alegría y nuestro gozo. Señor, danos la salvación; | Señor, danos prosperidad. Bendito el que viene en nombre del Señor, | os bendecimos desde la casa del Señor. El Señor es Dios, él nos ilumina. | Ordenad una procesión con ramos | hasta los ángulos del altar.

 

Jesús es un rey, pero se comporta de manera humilde y pacífica. No vino como un rey guerrero para gobernar con fuerza, pero sí para juzgar a Israel. Los profetas se referían con frecuencia a la higuera como símbolo de la condición de Israel ante Dios.

 

Intento cosechar algo de ellos | —oráculo del Señor—, | pero no quedan uvas en la cepa | ni aparecen higos en la higuera; | tienen las hojas marchitas. (Jer 8, 13)

 

¡Ay de mí que soy como los que buscan espigas después de la cosecha del trigo, como los que buscan racimos después de la cosecha de la uva! Ni un racimo ha quedado que comer, ni uno de esos higos que tanto me gustan. La fidelidad ha desaparecido del país, no queda ni un justo entre los hombres. (Miq 7, 1-2 Biblia de América)

 

Y la destrucción de la higuera está asociada con el juicio.

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Devastaré su viña y su higuera... Le pediré cuentas de los días | en que quemaba incienso a los ídolos. (Os 2, 14-15)

 

Jesús juzgó y maldijo la higuera porque era un símbolo del templo. Cuando purificó el templo, estaba afirmando con este gesto que este era como la higuera, llena de un rico follaje de ceremonias y sacrificios, pero carente del fruto que Dios esperaba encontrar, como la oración auténtica, la justicia y la misericordia.

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Las enseñanzas de Jesús

 

Al igual que sus milagros en la primera parte del evangelio, las acciones proféticas de Jesús provocan hostilidad.

 

Volvieron a Jerusalén y, mientras paseaba por el templo, se le acercaron los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos, y le decían: "¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad para hacer esto?". (Mc 11, 27-28)

 

El debate parece terminar en un punto muerto, ya que Jesús niega responder a su pregunta porque ellos no le respondieron a él sobre el origen del bautismo de Juan. Pero entonces Jesús les cuenta la siguiente parábola:

 

Se puso a hablarles en parábolas: "Un hombre plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó un lagar, construyó una torre, la arrendó a unos labradores y se marchó lejos. A su tiempo, envió un criado a los labradores, para percibir su tanto del fruto de la viña. Ellos lo agarraron, lo azotaron y lo despidieron con las manos vacías. Les envió de nuevo otro criado; a este lo descalabraron e insultaron. Envió a otro y lo mataron; y a otros muchos, a los que azotaron o los mataron. Le quedaba uno, su hijo amado. Y lo envió el último, pensando: 'Respetarán a mi hijo'. Pero los labradores se dijeron: 'Este es el heredero. Venga, lo matamos y será nuestra la herencia'. Y, agarrándolo, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña". (Mc 12, 1-8)

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Esta parábola es su respuesta a la pregunta que le hacen. La viña representa el pueblo. Era una imagen común en el Antiguo Testamento. El dueño, que representa a Dios Padre, envió a muchos siervos, que soportaron toda clase de sufrimientos, al igual que los profetas de Dios del Antiguo Testamento. 

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Finalmente, el dueño envió a su hijo amado, quien representa a Jesús. Recordemos que, durante su bautismo, Dios había dicho desde el cielo: "Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco" (Mc 1, 11). Al contar esta parábola, Jesús estaba revelando que tenía la autoridad para juzgar y purificar el templo porque era el Hijo de Dios. Pero así como los viñadores malvados de la parábola mataron al hijo, también las autoridades judías lo matarán a él.

 

 

Tareas

 

  • Enumera y describe al menos 3 pasajes del Evangelio que nos muestren cómo la gente lse cuestionaba sobre la identidad de Jesús. 

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  • Describe al menos 3 formas diferentes en las que el evangelio nos muestra que Jesús es humano. 

 

  • Explica cómo el evangelio revela la divinidad de Jesús. 

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  • Explica cómo el evangelio revela que Jesús ha venido como rey y juez para juzgar a Israel y su templo. 
     

  • Utilizando el mapa de los milagros de Jesús que hiciste en una unidad anterior, añade las acciones proféticas de Jesús y sus controversias con los líderes judíos que se encuentran en los capítulos 2 al 3 y 11 al 12. ¿Puedes identificar un patrón? Puedes utilizar el archivo adjunto para ello (en formato Excel o PDF). ​

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