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Los discursos de Jesús

El discurso escatológico

A representation of the apocalypse

Sumario

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En esta unidad estudiaremos el discurso escatológico de Jesús. Este discurso es único porque es el más extenso de todo el evangelio y está redactado en un estilo apocalíptico. Esto hace que sea difícil de entender porque no estamos acostumbrados a esta forma de escrito. Sin embargo, su contexto nos da una clave de lectura. Cuando Jesús dice a los apóstoles, refiriéndose al templo, "¿Ves esos grandes edificios?; pues serán destruidos, sin que quede piedra sobre piedra" (Mc 13, 2), ellos  se escandalizan y quieren saber cuándo ocurrirá esto y cuáles serán las señales de que está por suceder. Jesús responde a estas preguntas con este discurso. Aproximadamente 40 años después, el templo fue, de hecho, destruido por los romanos. 

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Según la antigua mentalidad judía, el templo era una réplica en miniatura del universo. Por eso, Jesús comienza su discurso hablando de la destrucción del templo físico, pero luego pasa al fin del universo y su regreso al final de los tiempos, porque estos dos eventos están intrínsecamente relacionados. Pero, al estudiar este capítulo, es importante que distingamos entre ellos. 

 

 

Objetivos de aprendizaje

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Habrás completado con éxito esta unidad cuando puedas: 

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  • Explicar cómo el discurso escatológico se refiere tanto a la destrucción del templo como a la segunda venida de Jesús.

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  • Describir las señales que precederán a la destrucción del templo. 

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  • Describir la estructura del discurso y explicar cómo esto nos ayuda a entender su significado.

 

 

El discurso escatológico

 

En el evangelio, el segundo y último discurso de Jesús se llama el "discurso escatológico". La palabra "escatología" se deriva de las palabras griegas logia, que significa "discurso", y éschatos, que significa "último". En términos generales, la escatología es el estudio de las últimas cosas; es decir, las cosas que sucederán al final de la vida de una persona (la muerte, el juicio y el destino final), del mundo o de una era. En su discurso, Jesús menciona algunas cosas que sucederán en el futuro: la destrucción del templo, la persecución de los cristianos, la abominación de la desolación, la venida del Hijo del hombre y el fin del cielo y de la tierra.

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Este discurso es único en Marcos por varios motivos. En primer lugar, con sus casi 700 palabras, es por mucho el discurso más largo del evangelio. Recordemos que Marcos estaba mucho más interesado en los hechos de Jesús que en sus enseñanzas, por lo que generalmente solo nos da breves extractos de lo que Jesús dijo.

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En segundo lugar, es el único discurso continuo. En el otro discurso principal, las parábolas de Jesús, Marcos entrelazó varias parábolas y las introdujo con la frase: "Y añadió". Esto hace que parezca que Jesús las enseñó todas en una sola sesión. Sin embargo, probablemente no fue así, ya que Marcos nos dice que esa era la forma habitual de enseñar de Jesús. "Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su entender. Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado" (Mc 4, 33-34). 

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Por último, el lenguaje y el género del discurso no se parecen a ninguna otra cosa en el evangelio. Está redactado según el estilo apocalíptico e incluye muchas predicciones sobre el futuro, así como consejos dados en el imperativo (estad atentos, vigilad y velad). Estas cosas son poco comunes en el resto del evangelio.

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Estos rasgos distintivos subrayan su importancia.

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La estructura del capítulo

 

La estructura básica

 

Fiel al estilo propio del evangelio, este capítulo está muy estructurado. Su esquema básico es el siguiente:

 

  • Introducción (13, 1-4)

  • Cuerpo 

    • Primera parte: los signos que ocurrirán antes de la destrucción del templo (13, 5-23)

    • Seguna parte: la venida del Hijo del hombre (13, 24-27)

    • Tercera parte: cuándo será destruido el templo (13, 28-32)

  • Conclusión (13, 33-37)

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Como era de esperar, también encontramos otras estructuras sobrepuestas sobre esta estructura básica.

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Los quiasmos

 

La primera y la tercera parte tienen una estructura quiástica:

 

Muchos engañarán a muchos (13, 5-6)

"Cuando oigáis" (13, 7)

Anuncio de la persecución  (13, 9-13)

"Cuando veáis" (13, 14)

Falsos profetas engeñarán a los elegidos (13, 21-22)

 

Parábola de la higuera (13, 28-29)

"No pasará esta generación sin que todo suceda" (13, 30)

El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (13:31)

“En cuanto al día y la hora, nadie lo conoce” (13, 32)

Parábola del hombre que se fue de viaje (13, 33-34)

 

 

Repeticiones e inclusios

 

También encontramos varias repeticiones que también podrían ser inclusios.

 

"Estad atentos" (13, 5)

"Mirad [o estad atentos]" (13, 9)

"Estad atentos" (13, 23)

"Estad atentos" (13, 33)

 

"Vigilad" (13:34)

"Vigilad" (13:35)

"Vigilad" (13:37)

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El punto central del discurso

 

Recuerda que los autores antiguos solían colocar la idea más importante en la parte central. Esta era una forma común de resaltar algo en aquel entonces. La segunda parte (versículos 24 a 27) es el núcleo de este discurso y habla del hijo del hombre que vendrá entre las nubes con gran poder y gloria. Esta imagen está tomada del libro de Daniel:

 

Seguí mirando. Y en mi visión nocturna | vi venir una especie de hijo de hombre entre las nubes del cielo. | Avanzó hacia el anciano y llegó hasta su presencia. A él se le dio poder, honor y reino. | Y todos los pueblos, naciones y lenguas lo sirvieron. | Su poder es un poder eterno, no cesará. | Su reino no acabará. (Dn 7, 13-14)

 

El texto resalta la victoria definitiva de Cristo y sus discípulos. Pero Daniel 7 no es el único pasaje del Antiguo Testamento aludido por el discurso. Hay muchas otras referencias, tanto explícitas como implícitas.

 

 

La interpretación del discurso

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El uso que hace Jesús del lenguaje y las imágenes escatológicas nos dificulta la comprensión porque ya no estamos acostumbrados a esta forma de escritos. Habla de rumores de guerra, de la abominación de la desolación, del oscurecimiento del sol y de la luna, y de la caída de las estrellas del cielo. ¿Qué pueden significar estas cosas?  

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También afirma que todas ocurrirán dentro de una generación. Esto ha dado lugar a interpretaciones divergentes. Algunos afirman que Jesús se equivocó porque han pasado casi 2000 años desde entonces y el sol y la luna siguen brillando y las estrellas siguen en el cielo. ¿Cómo debemos interpretar esto? Como siempre, al estudiar pasajes difíciles debemos fijarnos en su contexto.

 

Este capítulo comienza con Jesús y sus discípulos saliendo del templo. Los discípulos están asombrados por su magnificencia y alaban su construcción. En respuesta, Jesús les dice: "¿Ves esos grandes edificios?; pues serán destruidos, sin que quede piedra sobre piedra" (Mc 13, 2). Dada su grandeza, la noticia de la destrucción del templo habría sido estremecedora para ellos, así que Pedro, Santiago, Juan y Andrés le preguntan en privado "Dinos, ¿cuándo sucederán estas cosas?, ¿y cuál será el signo de que todo esto está para cumplirse?". Fíjate en los detalles. Le hacen dos preguntas: ¿Cuándo sucederá? Y, ¿cuáles serán las señales antes de que ocurra?

 

Este discurso es la respuesta de Jesús a estas preguntas, pero las responde en orden inverso. En la primera parte, Jesús describe los signos de que se cumplirá. Entre ellos se encuentran:

 

  • Guerras y rumores de guerras (13, 7)

  • Terremotos y hambres (13, 8)

  • Persecución de los cristianos (13, 9-13)

  • La abominación de la desolación (13, 14)

  • Falsos profetas (13, 22)

 

La abominación de la desolación es el más difícil de entender de todos estos signos. Jesús tomó esta imagen del Antiguo Testamento.

 

Tropas suyas se impondrán y profanarán el santuario y la ciudadela, abolirán el sacrificio cotidiano y establecerán la abominación de la desolación. (Dn 11, 31)

 

Desde que supriman el sacrificio cotidiano y coloquen la abominación de la desolación, pasarán mil doscientos noventa días. (Dn 12, 11)

 

El día quince de casleu del año ciento cuarenta y cinco, el rey Antíoco mandó poner sobre el altar de los holocaustos la abominación de la desolación; y fueron poniendo aras por todas las poblaciones judías del contorno.  (1 Mac 1, 54)

 

La abominación descrito en el Antiguo Testamento se refiere a un hecho histórico. Cuando el rey griego Antíoco IV conquistó Israel en el siglo II a.C., profanó el templo sustituyendo los sacrificios matutinos y vespertinos judíos por sacrificios paganos. No estamos seguros de lo que Jesús tenía en mente, pero es probable que estuviera hablando de una futura profanación del templo, que podría haberse cumplido con uno de los siguientes acontecimientos. 

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  • El intento de Pilato de imponer las insignias del César en Jerusalén

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  • El deseo de Calígula de colocar una estatua suya en el templo

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  • La entrada de Tito en el templo y su profanación del Santo de los Santos

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Sin embargo, no podemos estar seguros. Cualquiera que sea el caso, el hecho es que el templo fue destruido en el año 70 d.C. como Jesús había predicho. Después de un asedio de cinco meses, Jerusalén finalmente cayó. Los romanos destruyeron la ciudad e incendiaron el templo. Su venganza fue tal que no quedó ni una piedra sobre otra, tal como lo había predicho Jesús.

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La tercera parte del discurso contiene la respuesta a la pregunta sobre cuándo sucederían estas cosas: "En verdad os digo que no pasará esta generación sin que todo suceda" (Mc 13, 30). La palabra "generación" tiene diferentes significados en la Biblia, pero muchos estudiosos afirman que, después de la era de los patriarcas, se refería a un período de 40 años. Si esto es lo que Jesús tuvo en mente, entonces su predicción fue bastante acertada porque él templo fue destruido en el año 70 d.C., casi 40 años después de su muerte. 

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¿Y el oscurecimiento del sol y la luna, y la caída de las estrellas del cielo? Una característica del lenguaje apocalíptico es que habla a diferentes niveles al mismo tiempo. Por una parte, Jesús se estaba refiriendo al juicio del templo y su eventual destrucción. Pero por otra parte, estaba hablando de la venida del Hijo del Hombre al final del mundo y nuestro juicio final.  En la mentalidad judía antigua, ambos acontecimientos estaban relacionados.

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El fin de este mundo y la destrucción del templo son acontecimientos distintos pero relacionados. La literatura apocalíptica del Antiguo Testamento habla del Día del Señor, es decir, del momento en que el Señor vendría como juez para resolver todo, castigando a los culpables y recompensando a los fieles. Este género literiario utiliza metáforas dramáticas. Por ejemplo, se creía que el Día del Señor traería una gran agitación cósmica.

 

Aquel día —oráculo del Señor Dios— | haré que el sol se oculte a mediodía, | y oscureceré la tierra en pleno día. (Am 8, 9)

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Pero no debemos interpretar todo literalmente, como si Jesús quisiera decir que las estrellas caerían realmente del cielo. En aquella época, se utilizaban el sol, la luna y las estrellas para medir el tiempo. Así que el oscurecimiento del sol y la luna y la caída de las estrellas eran metáforas que significaban que el tiempo se había agotado y que Dios iba a venir para juzgar a todos. Este fue el mensaje de Isaías a los babilonios.

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El Día del Señor llega, implacable, | la cólera y el ardor de su ira, | para convertir el país en un desierto, | y extirpar a los pecadores. Las estrellas del cielo y las constelaciones | no irradian su luz. | El sol desde la aurora se oscurece, | la luna no ilumina. Pediré cuentas al mundo de su maldad, | y a los malvados de su culpa... Haré temblar los cielos | y moverse la tierra de su sitio, | por el furor del Señor del universo, | el día del incendio de su ira... Al que encuentren lo atravesarán, | quien sea capturado caerá por la espada. Estrellarán a los niños ante sus ojos, | saquearán sus casas, violarán a sus mujeres. (Is 13, 9-11. 13. 15-16)

 

Estas metáforas nos suenan extrañas porque procedan de otra cultura lejana y no estamos acostumbrados a ellas. Pero esta forma de hablar no debería sorprendernos; seguimos comunicándonos de la misma manera, utilizando imágenes dramáticas para referirnos a acontecimientos importantes.  Por ejemplo, hablamos de la caída de la bolsa como "Black Thursday". Hoy, si quisiéramos hablar de una gran catástrofe en el futura, quizás la compararíamos con el colapso de Internet o la pérdida de nuestro teléfono celular. 

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Otro detalle importante es que el templo se consideraba una réplica en miniatura de todo el universo. El propio templo representaba la tierra, la pila de bronce con agua representaba los océanos, y el interior del santuario, pintado con estrellas, simbolizaba los cielos. Por eso, fue fácil para Jesús comenzar su discurso con la destrucción del templo físico, para luego pasar, de forma casi imperceptible, a la destrucción del universo al final de los tiempos.

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Esta fue una forma normal de expresarse en la literatura apocalíptica. Por eso, al estudiar este tipo de textos, debemos distinguir entre los acontecimientos mencionados. Si Jesús solo estuviera hablando del fin del mundo, no tendría mucho sentido que advirtiera a sus discípulos que huyeran a las montañas. Ellas también dejarían de existir. 

 

 

Estad atentos, vigilad y velad

 

"En cuanto al día y la hora, nadie lo conoce, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, solo el Padre. Estad atentos, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento. Es igual que un hombre que se fue de viaje, y dejó su casa y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara. Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer: no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos. Lo que os digo a vosotros, lo digo a todos: ¡Velad!". (Mc 13, 32-37)

 

La conclusión del discurso revela su propósito. Jesús estaba instruyendo a sus discípulos para que estuvieran atentos. Repite tres veces la consigna de vigilar. Espera que vigilen y presten atención a los signos, en primer lugar, los que preceden a la inminente destrucción del templo. Según el historiador judío Josefo, 1,1 millones de judíos que se encontraban confinados en Jerusalén fueron asesinados por los romanos. Sin embargo, casi ningún cristiano murió en esa tragedia. Cuando los primeros cristianos vieron que los signos se estaban cumpliendo, abandonaron la ciudad y huyeron a las montañas cercanas. Se salvaron porque siguieron el consejo de Jesús.

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Jesús también nos invita a nosotros para que estemos atentos. Aunque reveló cuándo se destruiría el templo, sobre la hora del fin del mundo, solo afirmó que "en cuanto al día y la hora, nadie lo conoce, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, solo el Padre" (Mc 13, 32). Podemos estar seguros de su regreso, pero como no sabemos cuándo, nos dice, "¡Velad!". 

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Tareas

 

  • Describe la estructura del discurso y el tema principal de cada parte. 

 

 

  • ¿Se equivocó Jesús cuando dijo: "En verdad os digo que no pasará esta generación sin que todo suceda" (Mc 13, 30)? Explica por qué sí o por qué no. ​

 

  • ¿Por qué murieron tan pocos cristianos cuando los romanos conquistaron y destruyeron Jerusalén?

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