Los temas principales
El discipulado

(Imagen recortada: Nick Thompson en Flickr - CC BY-NC-SA 2.0 )
Sumario
En esta unidad estudiaremos el tercer gran tema del evangelio: el discipulado. ¿Qué significa ser discípulo de Jesús? Según Marcos, un discípulo está llamado a seguir a Jesús, a aprender de él y a ser enviado a hacer lo que él hizo. También está llamado a tomar su cruz. Pero como no todo cristiano va a sufrir persecución o ser condenados a muerte por su fe, tomar la cruz también puede significar servir a los demás, resistir las tentaciones, evitar ser causa de pecado para los demás, ser fiel en el matrimonio y no estar apegado a las riquezas.
Objetivos de aprendizaje
Habrás completado con éxito esta unidad de aprendizaje cuando puedas:
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Explicar por qué el discipulado es uno de los temas principales del evangelio.
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Entender y explicar el ciclo del apóstol.
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Explicar la relación entre la sanación del ciego de Betsaida y la del ciego Bartimeo.
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Describir las condiciones que Jesús estableció para ser su discípulo.
El discipulado
El discipulado es el último de los temas principales que estudiaremos en esta sección. Como hemos visto, la mayoría de los estudiosos sitúan la redacción del evangelio entre los años 60 y 70, después de que Nerón comenzara a perseguir a los cristianos que vivían en Roma. Se piensa que Marcos escribió su evangelio para ayudarles a permanecer fiel a Jesús a pesar de sus sufrimientos. En resumen, su mensaje es: un discípulo está llamado a seguir a su maestro. Así que si Jesús aceptó libremente su camino, que lo llevó a sufrir y morir en Jerusalén, entonces sus discípulos deberían estar dispuestos a seguirlo y sufrir el mismo destino.
El vocabulario
Una forma en que podemos identificar que este tema era importante para Marcos es a través del vocabulario que utilizó. Por ejemplo, la palabra "discípulo" aparece más de 40 veces en el texto.

(Mapa de la palabra "discípulo". Pulse para ampliar la imagen).
Pero también encontramos otros términos que están relacionados con el discipulado:
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Llamar, convocar (kalein y proskalein)
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Seguir (akolouthein)
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Detrás (opiso)
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Enviar (apostelein)
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Creer / confiar (pisteuein)
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Los doce
En general, estos se distribuyen uniformemente a lo largo del evangelio, lo que sugiere que el discipulado es un tema para todo el evangelio y no solo de una sección particular del mismo.
La llamada
Un discípulo es alguien llamado por Jesús para seguirlo. El evangelio nos ofrece dos relatos sobre la llamada de los apóstoles.
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La llamada de Simón, Andrés, Santiago y Juan (1, 16-20)
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La llamada de Leví (2, 13-14)
Pero Jesús no solo llamó a los apóstoles, también invitó a otros a seguirlo, y muchos más lo hicieron por su propia cuenta. Sin embargo, un discípulo no solo está llamado a seguir a Jesús sino también a ser enviado. Encontramos muchos ejemplos de esto en el texto:
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"Muchos publicanos y pecadores se sentaban con Jesús y sus discípulos, pues eran ya muchos los que lo seguían" (2, 15).
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"Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del mar y lo siguió una gran muchedumbre de Galilea" (3, 7).
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"Jesús subió al monte, llamó a los que quiso y se fueron con él. E instituyó doce para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar" (3, 13-14).
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"Pero no se lo permitió, sino que le dijo: 'Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo y que ha tenido misericordia de ti'" (5, 19).
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"Saliendo de allí se dirigió a su ciudad y lo seguían sus discípulos" (6, 1).
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"Llamó a los Doce y los fue enviando de dos en dos" (6, 7).
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"Y llamando a la gente y a sus discípulos les dijo: 'Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga'" (8, 34).
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"Jesús le dijo: 'Anda, tu fe te ha salvado'. Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino" (10, 52).
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"Los que iban delante y detrás, gritaban: '¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!' (11, 9).
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"Él envió a dos discípulos diciéndoles: 'Id a la ciudad, os saldrá al paso un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo'" (14, 13).
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"Pero id a decir a sus discípulos y a Pedro: 'Él va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis, como os dijo'" (16, 7).
El ciclo del apóstol
Como vimos anteriormente, Jesús no solo llamó a sus apóstoles para que estuvieran con él, sino que los envió. Pero antes de hacerlo, tuvo que prepararles para ello. Vemos que, mientras acompañan a Jesús, él los iba preparando constantemente para su futuro ministerio. Los formó enseñándoles, sobre todo con su propio ejemplo.
En Mc 3, 20ss vemos a Jesús en situaciones de conflicto. Sus parientes quieren apresarlo porque creen que se ha vuelto loco, y los escribas lo acusan de estar poseído por un espíritu maligno. Los apóstoles ven cómo Jesús maneja estas situaciones y aprenden de él. Esto es importante porque ellos también experimentarán situaciones semejantes.
En el cuarto capítulo, Jesús comienza a enseñar en parábolas pero los apóstoles están igual de confundidos que los demás. Así que Jesús los aparta y les enseña en privado sobre el significado de sus palabras. Ellos, a su vez, tendrán que enseñar a sus discípulos, por eso Jesús los prepara para este ministerio.
Luego, en el quinto capítulo, los apóstoles presencian a Jesús expulsando demonios y sanando a los enfermos. Ellos también un día expulsarán a los demonios, pero necesitan aprender cómo y, sobre todo, que no hay que enfrentarse a las potencias demoníacas con las propias fuerzas. Solo se puede hacerlo en el nombre de Jesús.
Finalmente, en el sexto capítulo, Jesús es rechazado por su propia familia.
"¿No es este el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?". Y se escandalizaban a cuenta de él. (Mc 6, 3)
Esta también será una experiencia común para sus discípulos. Puede consolarnos saber que Jesús sufrió el mismo rechazo que a veces sufrimos nosotros. Uno encuentra la fuerza para sufrir cuando lo compartimos con él.
Solo cuando los apóstoles están preparados, después de haber terminado su formación, Jesús los envía a hacer las mismas cosas que le vieron hacer a él: es decir, enseñar, sanar y expulsar demonios.
Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban. (Mc 6, 12-13)
No sabemos cuánto tiempo pasaron los apóstoles en sus "prácticas apostólicas", pero finalmente regresaron a Jesús y compartieron sus experiencias con él.
Los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. (Mc 6, 30)
También quería que sus apóstoles vivieran una vida equilibrada, como le vimos hacer en el primer capítulo, así que les dijo:
"Venid vosotros a solas a un lugar desierto a descansar un poco". (Mc 6, 31)
Desgraciadamente, esto no fue posible debido a las multitudes que los seguían, pero Jesús deja claro que el descanso es también una parte importante del seguimiento.
Una vez que los apóstoles regresan a Jesús, el ciclo comienza de nuevo. Podemos comparar este ciclo del apóstol a un reloj. Cuando la aguja grande señala las 12, Jesús llama a los apóstoles para que estén con él. Cuando la aguja grande señala las 3, los apóstoles se reúnen con Jesús y éste comienza a formarles. Los apóstoles ven a Jesús manejar situaciones de enseñanza, conflicto, exorcismo, curación y rechazo. Cuando la mano grande señala las 6, Jesús les envía para que hagan las mismas cosas que acaban de presenciar. Finalmente, cuando vuelve a señalar las 12, los apóstoles regresan para estar con él nuevamente.

(El ciclo del apóstol. Pulse para ampliar la imagen.)
Hoy somos sus discípulos y él nos forma de la misma manera.
La curación del ciego de Betsaida
En el capítulo 8, Jesús sana a un ciego.
Llegaron a Betsaida. Y le trajeron a un ciego pidiéndole que lo tocase. Él lo sacó de la aldea, llevándolo de la mano, le untó saliva en los ojos, le impuso las manos y le preguntó: "¿Ves algo?". Levantando los ojos dijo: "Veo hombres, me parecen árboles, pero andan". Le puso otra vez las manos en los ojos; el hombre miró: estaba curado y veía todo con claridad. (Mc 8, 22-25)
Solo encontramos este acontecimiento en el evangelio de Marcos. Hasta ahora, Marcos ha utilizado los milagros de Jesús para revelar gradualmente su divinidad, pero este milagro es único porque parece salir mal. Después de que Jesús impuso sus manos sobre el hombre, éste pudo ver, pero vio personas que parecían árboles. Así que Jesús tuvo que imponerle las manos de nuevo. ¿Podría haber fallado Jesús la primera vez? Por supuesto que no, siendo Dios, no puede fallar en nada de lo que hace.
La sanación de la ceguera física del hombre es un signo de la sanación de la ceguera espiritual de los discípulos. Marcos nos dice, a través de este milagro, que seremos curados de nuestra ceguera espiritual, o falta de fe, por etapas. Esto es lo que le ocurrió a Pedro. En el pasaje que sigue a este milagro, confiesa que Jesús es el Cristo. Ha comenzado a "ver", pero su fe es todavía imperfecta porque se niega a aceptar, inmediatamente después, que Jesús tendrá que sufrir y morir.
Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Pero él se volvió y, mirando a los discípulos, increpó a Pedro: "¡Ponte detrás de mí, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!". (Mc 8, 32-33)
La curación del ciego Bartimeo
Jesús sana a otro ciego al final del capítulo 10, justo antes de llegar a Jerusalén.
Y llegan a Jericó. Y al salir él con sus discípulos y bastante gente, un mendigo ciego, Bartimeo (el hijo de Timeo), estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: "Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí". Muchos lo increpaban para que se callara. Pero él gritaba más: "Hijo de David, ten compasión de mí". Jesús se detuvo y dijo: "Llamadlo". Llamaron al ciego, diciéndole: "Ánimo, levántate, que te llama". Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Jesús le dijo: "¿Qué quieres que te haga?". El ciego le contestó: "Rabbuní, que recobre la vista". Jesús le dijo: "Anda, tu fe te ha salvado". Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino. (Mc 10, 46-52)
Este milagro nos enseña otra lección importante sobre el discipulado. Un verdadero discípulo de Jesús es aquel que da testimonio público de su fe, reza con constancia y supera cualquier obstáculo para poder seguirlo por el camino. Esto es lo que hizo Bartimeo y por eso es un ejemplo para nosotros. Para ver esto, debemos analizar no solo las palabras del texto, sino también las estructuras utilizadas, especialmente las repeticiones y las inclusios. Recordemos que los autores utilizan este recurso literario para informar a sus lectores de que el texto que se encuentra entre los "sujetalibros" debe leerse a la luz del tema de ellos.
Al llamar a Jesús el hijo de David, Bartimeo estaba proclamando públicamente su fe en él como el Mesías. En esto, se asemeja a Pedro, que había profesado lo mismo. Pero llama la atención las diferencias entre ambos. Una de ellas es que, mientras Pedro lo profesó en privado, Bartimeo lo hizo en público. Este detalle es importante, porque hasta ahora Jesús siempre había prohibido que la gente hablara abiertamente de él.
Él lo despidió, encargándole severamente: "No se lo digas a nadie". (Mc 1, 44)
Y les conminó a que no hablaran a nadie acerca de esto. (Mc 8, 30)
Marcos crea una inclusio al repetir la expresión "¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí!".
Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: "Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí". Muchos lo increpaban para que se callara. Pero él gritaba más: "Hijo de David, ten compasión de mí". (Mc 10, 47-48)
Con ello quiere destacar la perseverancia de Bartimeo en la oración. A pesar de ser increpado por la multitud, nunca dejó de rezar. Al contrario, gritó aún más. La palabra "increpar" debe recordarnos al intento de Pedro de increpar (es la misma palabra) a Jesús en el capítulo 8. Esto marca otra diferencia entre los dos.
Encontramos otra repetición en 10, 36 y 10, 51:
"¿Qué queréis que haga por vosotros?" - "¿Qué quieres que te haga?"
Esta repetición resalta aún más las diferencias entre Bartimeo y los apóstoles. Bartimeo está cansado de estar sentado y quiere ser curado para poder seguir a Jesús por el camino.
Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino. (Mc 10, 52)
Los apóstoles, en cambio, tienen miedo de seguir a Jesús y quieren sentarse.
Estaban subiendo por el camino hacia Jerusalén y Jesús iba delante de ellos; ellos estaban sorprendidos y los que lo seguían tenían miedo. (Mc 10, 32)
Se le acercaron los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: "Maestro, queremos que nos hagas lo que te vamos a pedir". Les preguntó: "¿Qué queréis que haga por vosotros?". Contestaron: "Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda". (Mc 10, 35-37)
La importancia de la fe
La curación de los dos ciegos forma una inclusio. Saber esto puede ayudarnos a entender el significado del milagro del capítulo 9, que ocurre entre estas dos curaciones. Después de la Transfiguración, cuando Jesús bajó de la montaña, encontró a sus apóstoles discutiendo con algunos escribas. Cuando les preguntó qué ocurría, alguien le respondió:
"Maestro, te he traído a mi hijo; tiene un espíritu que no lo deja hablar; y cuando lo agarra, lo tira al suelo, echa espumarajos, rechina los dientes y se queda rígido. He pedido a tus discípulos que lo echen y no han sido capaces". (Mc 9, 17-18)
Jesús respondió:
"¡Generación incrédula! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os tendré que soportar? Traédmelo". (Mc 9, 19)
Entonces Jesús habló con el padre del niño y le dijo, "¿Si puedo? Todo es posible al que tiene fe" (Mc 9, 23). Después leemos que "el padre del niño gritó y dijo: 'Creo; ¡ayuda a mi incredulidad!'" (Mc 9, 24). Después Jesús sanó a su hijo. Marcos quiere mostrarnos que un discípulo debe tener fe en Jesús.
Las condiciones del discipulado
El relato de Jesús enviando a sus discípulos es interrumpido por el de la muerte de Juan el Bautista (Mc 6, 14-29). Estos dos relatos forman uno de los sándwiches marcanos. La muerte de Juan el Bautista no solo prefigura la muerte de Jesús, sino también la de sus discípulos. El mensaje está claro: el discipulado puede llevar al martirio.
Este mensaje habría resonado sin duda entre los destinatarios originales del evangelio. Recordemos que Marcos escribió a los cristianos de Roma. Esta era una comunidad que estaba sufriendo persecución. Quería enseñarles que seguir a Jesús implica soportar la persecución. Es decir, que sus discípulos debían confiar en que, a pesar de las pruebas, estaban siguiendo al único Dios verdadero, que también sufrió de la misma manera.
Cada anuncio de la pasión es seguido por enseñanzas especiales de Jesús para sus discípulos. Los que quieren seguirlo deben estar dispuestos a cargar con su cruz.
Y llamando a la gente y a sus discípulos les dijo: "Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. Porque, quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará". (Mc 8, 34-35)
Pero no todo cristiano va a sufrir persecución o ser condenado a muerte por su fe. ¿Qué significa tomar la cruz para los que no están llamados al martirio? ¿Cuáles son las condiciones del discipulado para ellos? Jesús responde a estas preguntas diciendo:
"Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos". (Mc 9, 35-37)
Tomar la cruz y seguir a Jesús puede significar también servir a los demás. Los apóstoles acababan de discutir sobre quién era el más grande, así que Jesús los reprende y les enseña esto. Tomar la cruz también significa:
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No hacer pecar a los demás y resistir a las tentaciones: "Si tu mano te induce a pecar, córtatela" (Mc 9, 43).
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Ser fiel al matrimonio: "Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre" (Mc 10, 9).
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No estar apegados a las cosas: "¡Qué difícil les será entrar en el reino de Dios a los que tienen riquezas!" (Mc 10, 23).
Jesús enseña todo esto después del segundo anuncio de su pasión y muerte. Este patrón se repite nuevamente después del tercer anuncio. Les dice una vez más que un discípulo está llamado a servir:
"No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por muchos". (Mc 10, 43-45)
Pero Jesús también les da una palabra de aliento:
"En verdad os digo que no hay nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, que no reciba ahora, en este tiempo, cien veces más —casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones— y en la edad futura, vida eterna. Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros" (Mc 10, 29-30)
La conexión con nuestra espiritualidad LC/RC
Las Constituciones de los Legionarios de Cristo y los Estatutos del Regnum Christi dicen lo siguiente:
En su misión de formar apóstoles, líderes cristianos al servicio de la Iglesia, los legionarios hacen presente el misterio de Cristo que reúne en torno a sí a los Apóstoles, les revela el amor de su corazón, los forma y los envía para colaborar con Él en la instauración de su Reino. (CLC 4)
En cumplimiento de nuestra misión buscamos hacer presente el misterio de Cristo que sale al encuentro de las personas, les revela el amor de su corazón, las reúne y forma como apóstoles, líderes cristianos, las envía y acompaña para que colaboren en la evangelización de los hombres y de la sociedad. (EFRC 8)
Un apóstol es alguien llamado, formado y enviado por Cristo. Pero esto no es algo que ocurra una sola vez; es un proceso continuo, como vimos cuando estudiamos el ciclo del apóstol. Nuestra misión, como movimiento en la Iglesia, es hacer presente este misterio en el mundo. ¿Qué significa esto?
El significado de la palabra "misterio"
En nuestra cultura, la palabra "misterio" se utiliza a menudo para referirse a algo que es un secreto o que desafía nuestra comprensión. Por ejemplo, hablamos de los fenómenos naturales inexplicables como los misterios de la naturaleza. Pero este no es el significado de la palabra griega mysterion que San Pablo utiliza en sus cartas. Para él, un misterio es precisamente lo contrario de un secreto, porque es algo que nos ha sido descubierto o revelado y, por tanto, ya no es un secreto.
El uso que hace San Pablo de la palabra es semejante al significado en la expresión "novelas de misterio". En este tipo de literatura, normalmente un crimen ocurre al inicio, pero el criminal permanece oculto a lo largo de la historia hasta que finalmente se revela en el último capítulo. San Pablo aplica este término a ciertas verdades sobre Dios y a sus planes para nosotros que son para nosotros imposibles de descubrir por nuestra parte. Sin embargo, las conocemos porque Dios nos las ha revelado.
La vida de la Trinidad es un buen ejemplo de ello. Nunca hubiéramos sabido que Dios es una Trinidad si no nos lo hubiera revelado (véase el CIC 237). Nuestra Redención en Cristo es otro ejemplo. San Pablo la llama un misterio porque estaba escondido a los pueblos de las generaciones pasadas, pero fue revelada por el Espíritu Santo a los apóstoles y profetas (cf. Ef 3,1-6).
El Catecismo, recogiendo la tradición de la Iglesia, dice que toda la vida de Cristo fue un misterio, porque todo en su vida reveló la verdad oculta de su divinidad.
Desde los pañales de su natividad hasta el vinagre de su Pasión y el sudario de su Resurrección, todo en la vida de Jesús es signo de su misterio. A través de sus gestos, sus milagros y sus palabras, se ha revelado que "en él reside toda la plenitud de la Divinidad corporalmente". Su humanidad aparece así como el "sacramento", es decir, el signo y el instrumento de su divinidad y de la salvación que trae consigo: lo que había de visible en su vida terrena conduce al misterio invisible de su filiación divina y de su misión redentora. (CIC 515)
Si todo en la vida de Jesús es un misterio, entonces el ciclo del apóstol, como descrito anteriormente, también puede ser llamado un misterio.
El significado de la frase "hacer presente"
Como cristianos, no debemos limitarnos a creer en estos misterios, como ideas abstractas. Estamos llamados a vivirlos o participar en ellos, reproduciéndolos así en nuestras vidas. Una vez más, el misterio de la Trinidad es un buen ejemplo de ello. Dios no quiere que solamente sepamos como es; también nos llama, a través de nuestro bautismo, a entrar "en la vida de la Santísima Trinidad a través de la configuración con el misterio pascual de Cristo” (CIC 1239).
Leemos en los evangelios como Jesús reveló su identidad divina curando a los enfermos. También lo hizo a través de su predicación. Algunas personas están llamadas a hacer presente en nuestro mundo el misterio de Cristo maestro o el misterio de Cristo sanador. Esto sucede, no como resultado de su propio esfuerzo o talento humano, sino porque Cristo actúa a través de ellos. Gracias a su bautismo, está en ellos, y así está también presente aquí en nuestro mundo, continuando su obra redentora.
Todo lo que Cristo vivió hace que podamos vivirlo en Él y que Él lo viva en nosotros. "El Hijo de Dios con su encarnación se ha unido en cierto modo con todo hombre". Estamos llamados a no ser más que una sola cosa con Él; nos hace comulgar, en cuanto miembros de su Cuerpo, en lo que Él vivió en su carne por nosotros y como modelo nuestro:
«Debemos continuar y cumplir en nosotros los estados y misterios de Jesús, y pedirle con frecuencia que los realice y lleve a plenitud en nosotros y en toda su Iglesia [...] Porque el Hijo de Dios tiene el designio de hacer participar y de extender y continuar sus misterios en nosotros y en toda su Iglesia [...] por las gracias que Él quiere comunicarnos y por los efectos que quiere obrar en nosotros gracias a estos misterios. Y por este medio quiere cumplirlos en nosotros» (CCC 521).
Nuestro carisma
Utilizando esta definición de misterio, el Papa San Juan Pablo II escribió que un instituto religioso tendrá un carisma auténtico si tiene "una profunda preocupación por configurarse con Cristo testimoniando alguno de los aspectos de su misterio" (Mutuae Relationes 51).
El carisma de los Legionarios de Cristo y del Regnum Christi es hacer presente el misterio de lo que hemos llamado el ciclo del apósol. A través de nosotros, Jesús sigue llegando a las personas de hoy, revelándoles su amor, reuniéndolas y formándolas como apóstoles y líderes cristianos, para enviarlas a seguir haciendo lo mismo con otros. Todo el tiempo, Jesús nos acompaña mientras colaboramos con él en la evangelización de las personas y de la sociedad (cf. EFRC 8). Este es el misterio específico de la vida de Cristo que estamos llamados a vivir. ¡Este es nuestro charisma!
Conclusión
En resumen, un discípulo para Marcos es alguien que está: (1) llamado por Jesús para estar con él y aprender de él; (2) para ser enviado a predicar sus palabras y hacer su trabajo. Pero Marcos quiere que sepamos que un discípulo debe ser humilde porque su llamada no lo hace necesariamente mejor que los demás. De hecho, no se priva de mostrarnos los defectos de los apóstoles.
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No entienden (8, 21)
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Carecen de fe (4, 40)
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Impiden que la gente se acerque a Jesús (10, 13)
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Son cobardes (10, 32)
En comparación, presenta a terceros, incluso a extranjeros, en una luz más positiva. Por ejemplo:
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Los amigos del paralítico (2, 3-5)
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La mujer hemorroisa (5, 24-34)
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La mujer sirofenicia (7, 24-30)
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La pobre viuda que da dos monedillas (12, 41-44)
Tareas
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Agrega al mapa del evangelio los pasajes de los capítulos 8 a 10 en los que encontramos a Jesús anunciando su pasión y muerte y e instruyendo a sus discípulos. Para ello puedes utilizar el archivo adjunto (en formato Excel o PDF).
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¿Cómo sabemos que el discipulado es uno de los temas principales del evangelio?
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Describa el ciclo del apóstol.
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Explica la relación que existe entre la inclusio de los dos ciegos y el tema del discipulado.