Primera unidad
Información de fondo

Sumario
La Iglesia enseña que, para interpretar correctamente a las Sagradas Escrituras, debemos estar "atento a lo que los autores humanos quisieron verdaderamente afirmar" (CIC 109). Nuestro objetivo, por tanto, para todo este curso es comprender lo que el autor del Cuarto Evangelio quiso decir. Para alcanzar esta meta, estudiaremos los recursos literarios que utilizó para comunicar su mensaje, como la trama, los motivos y el contexto. Pero, ¿quién escribió este Evangelio? La opinión tradicional es que fue el apóstol Juan, y hay muchas evidencias internas y externas que apoyan esta idea.
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Cualquiera que lea a los evangelios se dará cuenta rápidamente de que el Cuarto Evangelio es bastante diferente a los demás. Se parecen en que todos describen la vida y misión de Jesús de Nazaret, pero al parecer Juan siguió otro guión.
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Objetivos de aprendizaje
Habrás completado con éxito esta unidad cuando puedas:
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Exponer las razones a favor de la opinión tradicional de que Juan el Apóstol es el autor del Cuarto Evangelio.
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Describir la estructura básica del Evangelio de Juan.
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Describir el uso que hace el autor del malentendido, la ironía, el doble sentido y el monólogo para comunicar su mensaje.
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Introducción al curso
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Bienvenido a este curso sobre el Evangelio según Juan. Aunque se puede tomar como un curso independiente, es mejor seguir el orden establecido de los cursos, ya que se construyen unos sobre otros. El Cuarto Evangelio es tan rico que puede leerse e interpretarse de muchas maneras. Estas diferencias son legítimas y complementarias. Pero, como no tenemos tiempo para verlo todo, centraremos nuestra atención en lo que más nos interesa.
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Como este curso forma parte del módulo La vida de Cristo, estudiaremos lo que el Evangelio nos enseña sobre la persona de Jesucristo. Hay otros temas importantes como sus enseñanzas sobre María y los Sacramentos, pero tendremos que dejarlos para otro momento.
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En este curso, seguiremos la misma metodología que hemos seguido a lo largo de este módulo. En el curso Cómo leer la Biblia, vimos que los 73 libros de la Biblia forman un relato continuo, la Historia de la Salvación. Por ello, debemos leer la Biblia como se leen las novelas, es decir, de principio a fin.
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Como cristianos, creemos que la Biblia es la Palabra inspirada de Dios. Pero también es un libro humano escrito por autores humanos. La Iglesia nos enseña que todo lo que "afirman los hagiógrafos, o autores inspirados, lo afirma el Espíritu Santo" (CIC 107). Para interpretar correctamente la Escritura, debemos estar "atento a lo que los autores humanos quisieron verdaderamente afirmar" (CIC 109). Por tanto, nuestro objetivo para este curso es comprender lo que el autor del Cuarto Evangelio quiso decir.
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En su evangelio, Juan ha seguido una estructura narrativa típica. Como vimos en el curso sobre cómo leer la Biblia, la trama es el hilo conductor, es decir, define la secuencia de acontecimientos que componen la historia. Tras el comienzo, que nos presenta a los personajes principales y el ambiente, surge un conflicto o problema que habrá que resolver. A lo largo de la historia, los acontecimientos van en aumento, creando suspenso, interés y tensión. A esto se le llama acción creciente. Cuando la tensión llega a su punto más alto, la historia alcanza su clímax y el protagonista debe enfrentarse a su enemigo, al miedo, al reto o a lo que haya causado el conflicto para empezar a superarlo. Este proceso de resolución se denomina acción descendente. La narrativa se vuelve más lenta a medida que avanza hacia su conclusión, cerrando todos los cabos sueltos.
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En este estudio, prestaremos especial atención a cómo el autor utilizó el desarrollo de la trama para comunicar su mensaje. También nos fijaremos en el uso de otros recursos literarios, como los motivos. Varios motivos importantes que aparecen a lo largo del evangelio son el signo, la gloria, el "yo soy", el Padre y el Hijo, y la hora de Jesús. Un motivo es una imagen, idea o símbolo recurrente que desarrolla o explica los temas centrales y el significado más profundo de un relato. Ofrece pistas que ayudan al lector a entender el mensaje del autor, pero lo hace de manera indirecta, obligando al lector a detenerse y hacerse preguntas. De este modo, los autores pueden transmitir sus ideas de forma más impactante y con mayor profundidad. Como los motivos aparecen repetidamente a lo largo de una historia, pueden ser fáciles de identificar.
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Otro principio literario importante es que, para entender un pasaje, es importante prestar atención a su contexto, ya que éste puede influir en el significado de las palabras. Por ejemplo, en las siguientes frases:
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Muerte por causas naturales
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"La paga del pecado es la muerte" (Rm 6,23)
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Muerte por chocolate
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la misma palabra "muerte" tiene significados muy diferentes, que vienen determinados por su contexto. Así que, al estudiar el Evangelio de Juan, tendremos que prestar atención al contexto textual.
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Por último, también debemos prestar atención al contexto históricocultural del evangelio. Un peligro que hay que evitar al leer la Biblia es interpretarla a través de nuestra propia lente cultural. Aunque es imposible leer la Escritura en el vacío, abstrayéndonos completamente de nuestro propio trasfondo, debemos esforzarnos por leer e interpretar la Biblia dentro de su propio contexto. La Biblia no bajó del cielo sin ser tocada por la mano del hombre. Como cualquier libro, fue escrita por personas reales que vivieron en lugares reales y tuvieron vidas reales. Es decir, tuvieron su propio contexto históricocultural. Ningún texto escrito, ya sea la Biblia, un poema o una novela, puede ser apreciado o comprendido plenamente fuera de este contexto. Lo mismo ocurre con los evangelios.
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Estudiaremos cómo Juan utilizó estos recursos literarios para contarnos su relato sobre Jesús. Quería mostrarnos quién es Jesús y cómo vino a hacer nuevas las cosas. Es decir, Jesús cumple y da un nuevo significado a las realidades del Antiguo Testamento, como la ley, el templo y las fiestas religiosas. Por lo tanto, cuanto más conozcas estas realidades, mejor entenderás el evangelio.
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¿Quién escribió el Cuarto Evangelio?
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El Cuarto Evangelio se llama el Evangelio según Juan. Esto sugiere que fue escrito por alguien llamado Juan. Pero, ¿quién fue este Juan? Esto plantea la difícil cuestión de la identificación de los autores antiguos. ¿Cómo podemos identificar al autor? A veces los autores se nombran a sí mismos en sus escritos, como hace Pablo en su primera carta a los Corintios.
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El saludo lo he escrito yo mismo, Pablo. Si alguien no ama al Señor, sea anatema. Maranatá. La gracia del Señor Jesús con vosotros. Mi amor, con todos vosotros en Cristo Jesús. (1 Cor 16,21-24)
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Pero el autor del Cuarto Evangelio no lo hace. Sin embargo, aunque nunca se identifica, sí se refiere a sí mismo en varias ocasiones, como en Juan 1,14:
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Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
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¿Quién es el "nosotros" que se menciona aquí? Hasta los tiempos modernos, la mayoría de los cristianos creían que el autor del Cuarto Evangelio fue Juan el Apóstol. Sin embargo, los estudiosos recientes han cuestionado esta idea y hoy la mayoría, aunque no todos, la rechazan. Este curso introductorio no es el lugar para entrar en este debate. Aquí nos limitaremos a presentar las razones a favor de la opinión tradicional. Para aquellos que estén interesados en conocer las demás opiniones, les sugeriremos un vídeo en las tareas indicadas más abajo.
El principal método utilizado para identificar a un autor consiste en estudiar lo que se denomina la evidencia interna y externa. Las pruebas internas consisten en la información que se encuentra en el propio texto. Es decir, ¿qué dice el autor sobre sí mismo? Sin embargo, ni siquiera esto es prueba suficiente de la autoría porque el verdadero autor podría estar haciéndose pasar por otra persona. Por lo tanto, los estudiosos también examinan el texto en busca de otras pistas.
La evidencia externa consiste en la información que se encuentra fuera del texto evangélico. Por ejemplo, ¿qué escribieron los Padres de la Iglesia sobre este punto? La evidencia que tenemos de ellos es mayormente a favor de Juan el Apóstol. Esto respalda la evidencia encontrada dentro del evangelio.
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Como se ha dicho, el autor del Cuarto Evangelio nunca se identifica explícitamente, aunque sí se refiere a sí mismo en varias ocasiones. Además de Juan 1,14 mencionado anteriormente, encontramos otro ejemplo en el capítulo 21.
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Este es el discípulo que da testimonio de todo esto y lo ha escrito; y nosotros sabemos que su testimonio es verdadero. (Jn 21,24)
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Cuando examinamos el contexto de este pasaje, queda claro que el autor de este evangelio no es otro que el discípulo al que Jesús amaba, y que hace varias apariciones a lo largo del evangelio.
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Diciendo esto, Jesús se turbó en su espíritu y dio testimonio diciendo: «En verdad, en verdad os digo: uno de vosotros me va a entregar». Los discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no saber de quién lo decía. Uno de ellos, el que Jesús amaba, estaba reclinado a la mesa en el seno de Jesús. Simón Pedro le hizo señas para que averiguase por quién lo decía. Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó: «Señor, ¿quién es?». Le contestó Jesús: «Aquel a quien yo le dé este trozo de pan untado». Y, untando el pan, se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote. (Jn 13,21-26)
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Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio. (Jn 19,25-27)
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El primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto». Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. (Jn 20,1-3)
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Él les dice: «Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis». La echaron, y no podían sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo a quien Jesús amaba le dice a Pedro: «Es el Señor». Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. (Jn 21,6-7)
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Pedro, volviéndose, vio que les seguía el discípulo a quien Jesús amaba, el mismo que en la cena se había apoyado en su pecho y le había preguntado: «Señor, ¿quién es el que te va a entregar?». Al verlo, Pedro dice a Jesús: «Señor, y este, ¿qué?». Jesús le contesta: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué? Tú sígueme». Entonces se empezó a correr entre los hermanos el rumor de que ese discípulo no moriría. Pero no le dijo Jesús que no moriría, sino: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué?». (Jn 21,20-23)
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¿Qué más podemos averiguar sobre este discípulo amado a partir de las pruebas encontradas en el mismo texto? En primer lugar, que debía ser un judío de Palestina. ¿Por qué lo pensamos? El texto del evangelio sugiere que su autor:
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Conocía el Antiguo Testamento
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Esto dijo Jesús y se fue y se escondió de ellos. Habiendo hecho tantos signos delante de ellos, no creían en él para que se cumpliera el oráculo de Isaías que dijo: «Señor, ¿quién ha creído nuestro anuncio? y ¿el brazo del Señor a quién ha sido revelado?». Por ello no podían creer, porque de nuevo dijo Isaías: «Ha cegado sus ojos y ha endurecido sus corazones, para que no vean con sus ojos y entiendan en su corazón y se conviertan y yo los cure». Esto dijo Isaías cuando vio su gloria y habló acerca de él. (Jn 12,36-41)
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Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura: «No le quebrarán un hueso»; y en otro lugar la Escritura dice: «Mirarán al que traspasaron». (Jn 19,36-37)
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Conocía los detalles de las costumbres y tradiciones israelitas
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Se celebraba entonces en Jerusalén la fiesta de la Dedicación del templo. (Jn 10,22; véase también 2,23; 5,1; 6,4; 7,2; y 13,1)
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Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. (Jn 2,6)
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Se acercaba la Pascua de los judíos, y muchos de aquella región subían a Jerusalén, antes de la Pascua, para purificarse. (Jn 11,55)
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Jesús, conmovido de nuevo en su interior, llegó a la tumba. Era una cavidad cubierta con una losa. Dijo Jesús: «Quitad la losa». Marta, la hermana del muerto, le dijo: «Señor, ya huele mal porque lleva cuatro días». Jesús le replicó: «¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?». Entonces quitaron la losa. Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo: «Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado». Y dicho esto, gritó con voz potente: «Lázaro, sal afuera». El muerto salió, los pies y las manos atados con vendas, y la cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo: «Desatadlo y dejadlo andar». (Jn 11,38-44)
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Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en los lienzos con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos. (Jn 19,40)
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La samaritana le dice: «¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?» (porque los judíos no se tratan con los samaritanos)... «Nuestros padres dieron culto en este monte, y vosotros decís que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén». (Jn 4,9.20)
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Y conocía la geografía de la zona y el diseño de la ciudad de Jerusalén.
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Hay en Jerusalén, junto a la Puerta de las Ovejas, una piscina que llaman en hebreo Betesda. Esta tiene cinco soportales. (Jn 5,2)
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Betania distaba poco de Jerusalén: unos quince estadios. (Jn 11,18)
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Por eso Jesús ya no andaba públicamente entre los judíos, sino que se retiró a la región vecina al desierto, a una ciudad llamada Efraín. (Jn 11,54)
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Después de decir esto, salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto. (Jn 18,1)
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Pilato entonces, al oír estas palabras, sacó afuera a Jesús y se sentó en el tribunal, en el sitio que llaman «el Enlosado» (en hebreo Gábbata). (Jn 19,13)
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Además, el texto sugiere que su autor debió de haber sido un testigo presencial de los hechos, ya que nos da muchos detalles minuciosos que probablemente solo habría recordado alguien que hubiera estado presente.
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Él les dijo: «Venid y veréis». Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; era como la hora décima. (Jn 1,39)
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Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. Jesús les dice: «Llenad las tinajas de agua». Y las llenaron hasta arriba. (Jn 2,6-7)
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Jesús dijo: «Decid a la gente que se siente en el suelo». Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; solo los hombres eran unos cinco mil. (Jn 6,10)
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María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume. (Jn 12,3)
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También dice claramente que fue un testigo ocular.
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El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis. (Jn 19,35)
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Por último, también debió de ser uno de los Doce, porque el discípulo amado estuvo presente en la Última Cena (véase Jn 13,23). Sin embargo, dado que permanece anónimo a lo largo del evangelio, no puede ser ninguno de los discípulos nombrados en el texto. Esto excluye a Andrés (1,40), Pedro (13,6), Judas Iscariote (13,26), Tomás (14,5), Felipe (14,8), Judas hijo de Santiago (14,22) y Natanael (21,2). Esto nos deja con cinco posibilidades: Santiago hijo de Zebedeo, Mateo (Leví), Simón el Zelote, Santiago hijo de Alfeo y Juan hijo de Zebedeo.
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Podemos excluir a Santiago, el hijo de Zebedeo, porque sabemos por el Libro de los Hechos que fue martirizado muy pronto -alrededor del año 42 d.C.- por lo que no pudo haber escrito este evangelio. También es muy improbable que lo escribiera Mateo, ya que se le atribuye la redacción de otro evangelio. No creemos que haya podido ser Simón el Zelote o Santiago el hijo de Alfeo debido a su relativa obscuridad. Al menos, nadie ha sugerido nunca que fueran los autores del evangelio.
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Después de haber eliminado a once de los Apóstoles, la única opción que queda es que el discípulo amado sea Juan, el Hijo de Zebedeo.
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¿Cuándo y dónde se escribió el Cuarto Evangelio?
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No hay consenso entre los estudiosos sobre estas cuestiones y los argumentos a favor o en contra de cualquiera de las opiniones son demasiado técnicos para ser discutidos en un curso introductorio como éste, por lo que no los discutiremos aquí con mucho detalle.
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En cuanto a la datación, las opiniones más comunes se sitúan entre el 55 y el 90 d.C. y es imposible probar o refutar ninguna de ellas. En cuanto al lugar de origen, las cuatro propuestas más comunes son Alejandría, Antioquía, Palestina y Éfeso. La opinión tradicional, basada en los escritos de los Padres de la Iglesia, es que el evangelio se escribió en Éfeso. Esta opinión ha sido cuestionada por los estudiosos modernos, pero el hecho es que ningún Padre de la Iglesia sugirió jamás otro lugar que no fuera Éfeso.
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La estructura del Cuarto Evangelio
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Los estudiosos estudian el texto en busca de pistas como repeticiones, paralelismos y cambios en el relato que indiquen la estructura que Juan podría haber utilizado para su evangelio. Una estructura básica que muchos aceptan es bastante sencilla:
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Prólogo (1,1-18)
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Primera parte - Libro de los signos (1,19-12,50)
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Segunda parte - Libro de la Gloria (13,1-20,31)
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Epílogo (21,1-25)
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Esta es también la estructura que seguiremos, ya que es suficientemente adecuada para un curso introductorio como éste. Pero hay que tener en cuenta que probablemente sea una sobre-simplificación. Llamar a la primera parte "Libro de los signos" implica que solo esta parte contiene signos. Sin embargo, el signo más importante de Jesús, su resurrección, ocurre al final del Libro de la Gloria. Además, el propio autor afirma:
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Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre. (Jn 20,30-31)
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Esto parece implicar que consideraba todo el evangelio como un libro de signos, que escribió para que creyéramos en Jesús.
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Características del Cuarto Evangelio
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El biblista Raymond Brown identificó varias características literarias. Al leerlo el Evangelio, hay que tenerlas en cuenta:
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#1 - MALENTENDIDO. Jesús utiliza con frecuencia lenguaje figurado o metáforas para describirse a sí mismo o para presentar su mensaje. En un diálogo posterior, el interrogador malinterpreta la figura o la metáfora [por ejemplo, Nicodemo y la samaritana], y toma solo un significado nominal o material. Esto permite a Jesús explicar su pensamiento más a fondo y así desarrollar su doctrina...
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#2 - IRONÍA. Los adversarios de Jesús son dados a hacer afirmaciones sobre él que son despectivas, sarcásticas, incrédulas o, al menos, inadecuadas en el sentido que ellos pretenden. Sin embargo, por medio de la ironía, estas afirmaciones suelen ser verdaderas o más significativas en un sentido del que no se dan cuenta. [Por ejemplo, Nicodemo llamando a Jesús un maestro venido de Dios en 3:2 y la mujer samaritana llamándolo mayor que Jacob en 4:12].
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#3 - DOBLE SENTIDO: a) A menudo hay un juego con diversos significados de una palabra dada que Jesús utiliza, significados basados en el hebreo o en el griego. [Por ejemplo, "nacido de nuevo" en vez de "nacido de lo alto" en 3:3; "espíritu" en vez de "viento" en 3:8; "agua natural" en vez de "agua viva sobrenatural" en 4:10]. ...
b) En el Cuarto Evangelio el autor pretende con frecuencia que el lector vea varios niveles de significado en la misma narración o en la misma metáfora. Esto es comprensible si pensamos en las circunstancias en las que se compuso el Evangelio: (1) Está el significado que se deriva del contexto histórico en la vida de Jesús. El público que escuchaba a Jesús y era testigo de sus acciones necesariamente entendería sus obras de acuerdo con su propio trasfondo religioso y su forma de pensar. Podemos llamar a esto el significado histórico del pasaje. Sin embargo, hay un significado más profundo de las palabras y acciones de Jesús que sería percibido por la comunidad cristiana creyente. A medida que el mensaje de Jesús se predicaba y enseñaba en la Iglesia primitiva, y se rezaba en la liturgia, todas sus implicaciones se desplegarían gradualmente; y los cristianos llegarían a comprender mucho más de lo que Jesús había querido decir que los que le habían escuchado por primera vez en Galilea y Jerusalén... (2) Jesús es de otro mundo, de lo alto; sin embargo, habla el lenguaje de este mundo, de lo bajo. Inevitablemente, los que se encuentran con él, cuya experiencia está en un nivel inferior, malinterpretan su significado desde arriba cuando habla de agua, pan, carne, etc. Los lectores, al mismo tiempo que se ven desafiados a reconocer un significado más elevado, también se verán desconcertados por el extraño de arriba y así se les invita a creer.
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#4 INCLUSIÓN. Juan menciona a menudo un detalle (o hace una alusión) al final de una sección que coincide con un detalle similar que aparece al principio de esa sección. Es una forma de agrupar las secciones uniendo el principio y el final.
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#5 - LA ESCATOLOGÍA REALIZADA. Los sinópticos sitúan al final de los tiempos temas como el juicio, el regreso de Jesús, y el convertirse en hijos de Dios (M7 25:31; Lc 6:35; 20:35-36). Juan, sin negar la verdad de esto, subraya que estas cosas ya han comenzado; su escatología (doctrina de las últimas cosas) está en parte ya realizada. (Cf. Jn 3,18; 5,24-25; 12,31 - 33...)
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#6 - EL DIÁLOGO SE CONVIERTE EN MONÓLOGO. Jesús puede comenzar una conversación con una persona o un público determinado; sin embargo, a medida que el discurso continúa, los oyentes desaparecen y al final sus palabras parecen haber tomado el carácter de un discurso en términos universales. Parte de esto puede ser la combinación editorial de varios discursos. Sin embargo, el efecto es que libera las palabras de Jesús de las limitaciones de las circunstancias y las hace eternamente y universalmente válidas. (Cf. 3,16; 10,1-18; cc. 14-17).
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Raymond Brown, The Gospel and Epistles of John, The Liturgical Press, 1988, pp. 17–19 (nuestra traducción)
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Comparación del Cuarto Evangelio con los Evangelios Sinópticos
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Cualquiera que lea los cuatro evangelios, aunque sea superficialmente, se dará cuenta rápidamente de que el Evangelio de Juan es bastante diferente de los otros tres. Debido a las muchas semejanzas entre los Evangelios de Mateo, Marcos y Lucas, parece que sus autores siguieron el mismo guión. Jesús comienza su ministerio en Galilea enseñando en lugares públicos y curando milagrosamente a la gente. Es alabado por la gente sencilla, pero se le oponen las autoridades. Finalmente, Jesús pregunta a sus apóstoles quién creen que es, y Pedro responde que es el Cristo. Después de este hito, Jesús cambia de rumbo para dirigirse a Jerusalén. En el camino, les dice a sus apóstoles que será traicionado, condenado a muerte y luego resucitará. Pero ellos no le entienden y tienen miedo.
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Una vez que Jesús llega a Jerusalén, entra en la ciudad montado en un burro y la multitud lo proclama como el rey que ha venido en nombre del Señor. Esto, por supuesto, alarma a las autoridades. Su limpieza del templo y las controversias que le siguen solo empeoran las cosas, llevando a las autoridades a rechazarlo y finalmente a crucificarlo. Sin embargo, Jesús resucita de entre los muertos al tercer día.
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Las diferencias entre estos tres evangelios se deben a los diferentes estilos e intereses de sus respectivos autores, pero, en general, cuentan la misma historia. De hecho, son tan parecidos que podemos colocar los acontecimientos que narran en tres columnas paralelas que coinciden. Este es el origen del nombre de Evangelios Sinópticos. La palabra "Sinóptico" significa "vistos juntos" (syn-optic).
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Sin embargo, no podemos colocar al Evangelio de Juan en una cuarta columna correspondiente. Por supuesto, también hay muchas similitudes, porque los cuatro evangelios nos cuentan la vida de Jesucristo. Los estudiosos piensan que Juan conocía a los sinópticos y que tal vez incluso los utilizó, pero no los siguió.
Si en los sinópticos Jesús comienza en Galilea y viaja una vez a Jerusalén, en el Cuarto Evangelio encontramos a Jesús viajando entre ambos lugares. Por ejemplo, primero lo encontramos en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan bautizaba. Después de reunirse con sus primeros discípulos, se dirige a Galilea. Después de las bodas de Caná, en el capítulo 2, Jesús vuelve a Judea y sube a Jerusalén para celebrar la Pascua. Allí se encuentra con Nicodemo (capítulo 3). Pero en el capítulo 4 vuelve a Galilea, pasando por Samaria, donde se encuentra con la samaritana. Luego, al principio del capítulo 5, vuelve a Jerusalén para celebrar otra fiesta. Todo esto sugiere que Juan siguió un guión diferente.
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Tareas
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Ve Catholic Answers, Which John Wrote The Gospel Of John?
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Lee Felix Just, S.J., Contrasts Between John and the Synoptics y W. Hall Harris III, Commentary on the Gospel of John, “2. Major Differences Between John and the Synoptic Gospels” y/o vea The Rosamund Project, Why John's Gospel Is So Different.
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¿Qué pruebas encontramos en el texto del Evangelio que sugieren que el apóstol Juan es el autor del Cuarto Evangelio?
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